Ha muerto el "estado de derecho". En la noche del jueves el Congreso de Diputados aprobó el pedido efectuado por el Poder Ejecutivo para la prórroga, sin término, del estado se sitio.
Es el retorno a una época funesta que todos creímos desaparecida para siempre.
La instauración del estado de sitio, sin término, constituye una gravísima violación de nuestras leyes democrá-ticas. No se puede, dentro del espíritu de la Constitución, implantar el estado de sitio por tiempo indeterminado y, menos aún, aprobarlo en abstracto, sin fijar ninguna |
limitación a la discreciona-lidad del Poder Ejecutivo. Es necesario establecer su duración, la causa concreta por qué se implanta y los terri-torios en los cuales ha de regir.
Los diputados del régimen depuesto fueron declarados "infames y traidores a la patria" entre otras cosas por abdicar obsecuentemente de sus funciones de gobierno, renegar de los principios democráticos y pretender legitimar con sus votos el establecimiento de la tiranía.
Los legisladores, depositarios de la confianza del pueblo, no pueden delegar |
sus funciones de gobierno y dejar ciegamente al país sometido a la discrecionalidad del Ejecutivo.
Los que han votado la medida tienen ya la sanción moral de la opinión pública y han asumido una responsabilidad histórica de la que, fatalmente, tendrán que rendir cuentas.
Cometido el error, el Poder Ejecutivo debe enmendarlo. Eso es lo que espera la ciudadanía. La que lo votó y la que votó en contra. Oposición y oficialismo, unidos en un mismo afán de Patria y en una misma inquietud democrática. |