VENEZUELA vuelve a encontrar su camino democrático. Las mismas fuerzas armadas que -como en la Argentina- dieron fin a un capítulo de corrupción y despotismo, cumplieron también la palabra empeñada y reintegraron al pueblo la soberanía usurpada.
Venezuela regresa a la normalidad constitucional, tantas veces interrum-pida por mezquinos apetitos del poder, y América toda contempla jubilosa el acontecimiento. Con la victoria electo-ral, ganada en comicios ejemplares, regresa a la vía pública una limpia figura democrática: el Dr. Rómulo Betancourt, que con la presente instancia es doble-mente un símbolo.
Porque fue el Dr. Rómulo Betancourt el alma mater de aquella junta provisional que -construida tras derrocarse a otra dictadura- en límpidas elecciones ele-vara a la presidencia del país hermano a un ilustre hombre de letras, Rómulo Gallegos.
Resulta, además, simbólico el triunfo del Dr. Betancourt porque expresa la decisión democrática de la ciudadanía venezolana, incluso frente a la intere-sante |
personalidad de su oponente más cercano.
No es que se abriguen dudas respecto a la vocación democrática del almirante Larrazábal. La mejor prueba son estas elecciones ejemplares que confirman la decisión de la Junta de Gobierno presi-dida por él, de acatar la voluntad del pueblo.
Pero, sin que ello arroje sombra alguna sobre el almirante Larrazábal, el hecho de aceptar la candidatura presidencial es probable que haya infundido recelos y restado votos. Porque en tiempo de crisis la ciudadanía se torna muy sus-ceptible. Tal vez, cumplida su alta misión. Habría sido preferible apartarse del poder, en un gesto de puro renuncia-miento y ausencia de ambiciones personales, aunque estas sean legíti-mas.
Es presumible que también haya resultado negativo para el almirante Larrazábal el apoyo recibido del Partido Comunista, el cual difícilmente puede ser ajeno a los disturbios callejeros sus-citados al conocerse los resultados de la elección, evidentemente destinados a crear una |
situación de fuerza que im-pidiera la instauración de la legalidad constitucional.
Por supuesto, este apoyo comunista no implica complacencia por parte del al-mirante Larrazábal. Es sobradamente conocida la mentalidad táctica del comunismo y los yerros a que, en plano nacional, lo obliga su ciega obediencia a las posibilidades que para los estra-tegas comunistas implicaba el triunfo del almirante. Aunque sí estamos seguros de que en modo alguno les convenía la victoria de un candidato democrático de incuestionable forma-ción liberal.
En el caso presente, la línea política y económica del Dr. Betancourt es dema-siado evidente como para que los comunistas, pescadores en aguas revueltas, vieran con buenos ojos su acceso a la primera magistratura.
El resultado de las elecciones consti-tuye una firme esperanza no sólo para Venezuela, sino también para toda Hispanoamérica, que contempla con sentimientos fraternos la recuperación de una merecida democracia, dura-mente ganada por un pueblo digno. |