No solo la inseguridad
personal y la inflación son sensaciones del pueblo argentino, la nave insignia
de nuestra flota de mar también sintió la sensación del default que acarreamos
desde 2002.
Aún
recordamos los ruidosos festejos por haber pagado las deudas con el FMI durante
esta gestión de gobierno hereditario, lo que implicó sólo una acción política
para la tribuna ya que de a poco salen a la luz los problemas escondidos
entonces bajo la alfombra.
A
modo de defensa, sólo atribuible al estilo de nuestro canciller, la cartera
encargada de las relaciones exteriores presentó un comunicado titulado:
"UN ARTERO ATAQUE DE LOS FONDOS BUITRES CONTRA LA ARGENTINA", comenzando
con la frase: "Los fondos buitres han cruzado un nuevo límite en sus ataques
a la República Argentina. La Fragata Libertad ha sido demorada en la República
de Ghana por un recurso presentado por el Grupo NML ante los tribunales de dicho
país. La Cancillería argentina ya ha realizado las gestiones ante el gobierno de
la nación africana para aclarar el engaño que los inescrupulosos financistas han
montado."
En
otro pasaje advierte: "Dicho grupo de lobistas son los mismos que intentaron
hostigar a la presidenta durante su reciente paso por Estados Unidos repartiendo
folletos agresivos contra la investidura presidencial."
Como
no podía ser de otro modo, concluye previniendo: "La Cancillería reitera que
es decisión de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner no ceder ante los
intentos extorsivos internacionales y locales que llevan adelante los fondos
buitres y continuará denunciandolos en distintos foros tales como el G20,
Naciones Unidas, CELAC, UNASUR y MERCOSUR, GAFI y demás organismos
multilaterales."
De
estas líneas, resulta evidente que el Canciller entiende que esto se trata de un
grupito de facinerosos que quiere cobrar sus acreencias, y tiene razón en parte;
son los tenedores de deuda emitida por la República Argentina, los apelativos
"inescrupulosos financistas", "grupo de lobbistas" y todo otro mote denigrante,
corren por cuenta del canciller, quien basa su razón en la oportunidad en la que
estos adquirieron esos títulos, entendiendo que esperaron una caída en los
precios para comprar barato y luego ejercer su rescate con el fin de hacer un
buen negocio.
No debería importar si el que quiere cobrar una
acreencia es el que realizó el desembolso original, ya que la obligación es de
quien la emitió y no de quien quiere cobrarla.
Bajo
este principio básico de las finanzas, la negociación con los acreedores para
pagar "lo que se puede" debería ir por otro lado más amigable, razonable y
civilizado, que ponga a nuestro país entre las naciones que se jactan de tener
seguridad jurídica y entre los que honran su deuda soberana.
Con
la actitud prepotente de quien está designado para mantener buenas relaciones
con los países que comparten nuestros sanos intereses, pocas posibilidades
tenemos de volver a ser calificados con el investment grade, necesario
para revertir la tendencia de "país en vías de subdesarrollo" que venimos
experimentando desde el comienzo del milenio.
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Pasaron
varios años desde el mes de Diciembre de 2005, cuando el entonces presidente
Kirchner anunció la cancelación anticipada de la deuda con el Fondo Monetario
Internacional echando mano de las Reservas Internacionales de la Argentina, lo
que luego fue reforzado con dineros de la ANSeS. Esa aparente gesta fue
presentada como "un paso hacia la liberación e independencia” de nuestro
país que saldaría su deuda externa, cuando sólo se trataba de una recomendación
del otrora presidente del FMI, Rodrigo de Rato y por el cuatro por ciento del
total de la deuda externa, que era lo que manteníamos con el organismo que
proveía capitales a tasas de beneficencia.
Hay
quien aún cree que Argentina salió del default gracias al manejo de la deuda
externa; nada más lejos de la realidad, como muchos de los anuncios
presidenciales que escuchamos permanentemente desde 2003.
Hoy,
vamos a pagar aquellos festejos de independencia con un papelón internacional
sin precedentes, sólo comparable con los anuncios realizados durante la creación
de la empresa ENARSA que nos brindaría energía nacional y desde entonces
la importamos, con la creación de la aerolínea popular de bandera LAFSA que
jamás voló ni un barrilete, con el cambio de nombre de la Fábrica Militar de
Aviones a FADEA, que pasó de reparar y exportar aviones a mirarlos, con el Tren Bala
de 2007 que iría rapidísimo a unir Córdoba con Rosario, y todos las otros
emprendimientos que le prometieron al pueblo que iba a volar mas alto, que vería
mejor fútbol, que cobraría una mejor jubilación, etc.
En
este contexto, no es de extrañar lo ocurrido con la nave escuela de nuestra
Armada. Probablemente este episodio se solucione sin que exista ninguna gestión
inteligente del canciller o de alguno de los aplaudidores del momento, pero eso
no será consuelo; sólo nos queda la esperanza de que recuperemos la dignidad
popular y sitiemos a los responsables de haberla perdido, donde deben estar.
Gustavo
P. Forgione
gustavo@forgione.com.ar
Director
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