Desde hace algunos años se
viene dilucidando el verdadero propósito de esta trama inicua que la actual
gestión de gobierno llama "modelo". El sistema implantado, y que pretende
arraigarse entre los argentinos, radica en la suma del poder público a favor del
grupo que lidera el gobierno para lograr un beneficio económico, aunque, esta
forma de disponer de la cosa pública y de la propiedad privada, lejos está de
nuestra esencia fundamental y del génesis de nuestra ciudadanía.
Si nos remontamos a la
historia y nos situamos en uno de los períodos que cimentaron la prosperidad
argentina, como lo fueron las gestiones de Avellaneda, Sarmiento, Mitre y Roca,
vemos que, con la inmigración estratégicamente establecida se logró fecundar un
sistema que, hasta hoy, sigue proveyendo de recursos a la Nación; los que, en un
principio, tenían por finalidad conseguir la integración nacional y, aquellos
políticos, gobernantes y estadistas, lo lograron.
Hoy, este plan que llaman
“modelo”, se vale de aquella gesta que lleva un siglo y medio de prodigioso
funcionamiento, para implantar un sistema copiado de las tiranías ahora
caribeñas, pero reniegan del mismo sistema que les otorga los recursos para
probar falsamente que la fundación de un país próspero no fue tal.
Ante
este esquema de razonamiento, no extraña que este “modelo” quiera hacerse de un
predio utilizado desde 1873 para exponer en la gran ciudad la producción del
campo que ha hecho de este sitio un país respetable.
La reversión de este diseño
de país, con la burda finalidad de beneficiar a un grupo de burócratas, sólo puede observar un
resultado y es la destrucción de la matriz agropecuaria y del seno industrial,
debido a la perseguida desintegración de los mercados.
El intento de estatización
del predio que viene utilizando desde hace casi ciento cuarenta años la Sociedad
Rural Argentina para su exposición de la agricultura e industria nacional,
comenzó siendo un símbolo de demostración de poder desmedido y concluirá
ciertamente con el cometido de desmembrar la producción. Probablemente, no sea
este el efecto deseado por el gobierno actual, pero, como muchas de las acciones
realizadas por estos, el resultado de hacerse de poder a cualquier precio tendrá
su devolución en el corto plazo.
Esta forma de gobierno tiene
un objetivo claro: acumular poder económico a favor del grupo de gobierno desde
su mismo seno, con el fin último de perpetuarse en sus sillones. Para que esto
ocurra, los burócratas no pueden permitir que exista un mercado, ya que este
tornaría más democrático el funcionamiento de la sociedad.
Cabe recordar lo sucedido al
sistema jubilatorio privado, el cual era, básicamente, un mercado de
administración de fondos. Éste era tan democrático que, desde su misma
pertenencia al sistema, hasta la elección de la administradora por parte de los
beneficiarios eran libres. Poco le importó al gobierno la decisión personal de
los millones de personas que optaron por este sistema en varias oportunidades,
pero fue más importante la necesidad de destruir un mercado que la libertad de
los ciudadanos. |
Resulta claro que cualquier
sistema en el que el grupo de gobierno no tiene injerencia directa, configura un
enemigo del modelo que debe ser destruido; prueba de ello son las decisiones que
se tomaron durante los últimos años. En todos los casos se trata de cuestiones
de propiedad y en contra de la libre decisión. No llama la atención que
Aerolíneas Argentinas haya vuelto a ser la línea estatal y que no exista
posibilidad de que nazcan nuevas líneas aéreas, aún cuando el gasto del erario
para su sustento sea superior al capital de creación de una línea aérea igual
cada año.
Ante este esquema, no
interesa cuales son las prioridades que este gobierno le otorga a las funciones
que debería cumplir el estado. No importa a qué sector significativo como salud,
jubilaciones, defensa, educación y justicia se le quitan recursos para
asignárselos al fútbol para todos, a los pasajes de avión más baratos, a las
expropiaciones y para evitar la quiebra de empresas adquiridas por el grupo
gobernante.
Resulta evidente que este
modelo está basado sólo en dos premisas; la principal es la de enriquecer
desmedidamente a los integrantes del grupo de burócratas del gobierno y la
siguiente inmediata es la permanencia; no existe otra prioridad visible, aunque
los multimedios creados y adquiridos por este grupo, informen sobre
inauguraciones y reinauguraciones de algunas obras y gestiones de gobierno,
repetidamente.
Así como no se puede mentir a
un pueblo durante mucho tiempo, tampoco se lo puede fastidiar sin que éste tome
represalias.
Cuando la presión del gobierno no se debe a la aplicación
normas de orden público que tengan por objeto el bien común, las revanchas
contra un gobierno desmañado, cualquiera sean estas, son bienvenidas por la
sociedad que, eventualmente, deja de soportarlo.
Gustavo
P. Forgione
gustavo@forgione.com.ar
Director
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