El rumbo del país
está encontrando demasiados obstáculos; parece que no existe una
brújula que nos guíe, pero, lo que ocurre en la realidad es que
carecemos de un destino cierto.
Históricamente,
desde los primeros días del siglo XIX, nuestro país aún en su
proceso de génesis, tenía algunas certezas que fueron marcando un
camino: para hacer frente al proceso de independencia se forjaron
las milicias que, inicialmente, repelieron las invasiones inglesas
al Río de la Plata; luego, actuaron en la defensa, y finalmente nos
procuraron la libertad.
Una vez concluido
ese proceso, el desarrollo de la producción fue prioridad de los
distintos gobiernos que no lograban forjar las bases de la Nación,
hasta que, luego de la Guerra Civil, hacia 1853, conseguimos
constituirnos como estado soberano.
Desde entonces, las Provincias Unidas del Río de la Plata,
la Confederación Argentina o la Nación Argentina, bajo cualquiera de
sus denominaciones, pudo generar un país exitoso, próspero, educado
y destacado. Había un claro rumbo de libertad, donde el ciudadano
era la unidad substancial. Existían "Políticas de Estado",
que trascendían el signo del gobierno que actuara.
Una deriva perdurable
Una vez que aquel
rumbo fundacional se dejó de lado, la ignorancia se fue adueñando de
la educación, los recursos de la producción se desviaron para
satisfacer apetencias personales de los gobernantes, la armadura que
constituía el sistema federal se desarmó, generando el retroceso que
aún persiste y parece haber llegado para quedarse.
Oportunidades perdidas
Resulta doloroso
advertir que perdimos la oportunidad de haber seguido con un rumbo
de libertad y prosperidad, en el cual la felicidad de los ciudadanos
es lo primordial. Resulta más angustioso aún, repetirlo década a
década, para ver finalmente que la decadencia sigue un curso
indefectible, como si ese fuera el rumbo fijado por la dirigencia.
Hoy, estamos por
perder la República una vez más. Nos encontramos ante un sistema de
gobierno con un solo poder y con instituciones desactivadas. No
existen más aquellas "fuerzas vivas" que movilizaban a la sociedad
para protegerse de abusos y, cuando aparecen en escena, son
catalogadas de golpistas, militaristas, fascistas y hasta
antiecológicas, desde el gobierno que tiene la función de
preservarlas.
Nueva oportunidad
Decimos en las
letras que cada crisis trae una nueva esperanza de cambio, pero en
nuestro caso no ocurre. Muchas de las transformaciones practicadas
luego de cada conflicto desde aquella crisis de 1930, trajeron más
miseria, analfabetismo, violencia encubierta y mayor poder del
centralismo en beneficio del gobierno y en detrimento de los
ciudadanos.
La nueva
oportunidad recae en lo poco que nos va quedando de aquel modelo
exitoso de país, en el cual el ciudadano era la unidad substancial
de la Nación. Llegó el momento, una vez más, de volver a las fuentes
y hacer valer el título inexpugnable de ciudadano argentino.
Hoy más que nunca, la protesta solo se manifiesta votando contra una
gestión de gobierno autista, cuyo único objeto es mantenerse en el
poder para vivir de sus privilegios.
Autopsia de un proyecto
Lo que
inicialmente se presentó como "vivir con lo nuestro", "volver a
producir" y "resurgir como el Ave Fénix", de acuerdo al nombre
atribuido al grupo que diseñó este proyecto, concluyó en todo lo
contrario.
Luego de la
crisis política de 2001 que derivó en la crisis económica de
2002, solo se podía crecer, como efecto de "rebote técnico".
Normalmente, la sociedad sigue produciendo e intenta crecer; lo que
ocurrió efectivamente, pese a cualquier cosa que haya hecho el
gobierno.
Entonces, la
coyuntura internacional y los precios de los productos primarios
ayudaron a un seguro crecimiento; lo que se presentó como la
oportunidad para establecer una base que nos ayude a financiar el
desastre.
Ese descalabro no
se recompuso, solo fue financiado por un tiempo mediante la cesación
de pagos, luego por el incremento del ingreso fiscal impulsado por
los precios internacionales, seguidamente por el estado venezolano a
costos altísimos y, finalmente, con los fondos ahorrados por los
futuros jubilados.
Todo ello, para
satisfacer un gasto desmedido e inútil, silenciado popularmente por
un descomunal desempleo rentado.
El forense dirá
que este tipo de recursos fáciles se terminaron y, por ello, el
modelo de financiamiento de la ineficiencia murió.
Hay quien querrá
revivirlo, aduciendo que aún se puede volver a echar mano de los
depósitos bancarios, como si estos estuviesen ahí en forma ociosa y
fuesen propiedad del gobierno; otro, podrá pedir que pasen al estado nacional
los tesoros de las compañías de seguros, los contenidos de las cajas
de seguridad, algunas propiedades, etc... Como conclusión, el modelo
de fagocitación estatal de recursos privados está en su etapa
terminal, debido a que no existen políticas de estado; sino, solo un
plan costoso de tipo de cambio.
Ave Fénix
El Fénix, la
mítica ave cuyo nombre corresponde a una vasta zona de medio oriente
y que cada varios siglos resurgía de sus cenizas, fue la
denominación original de este plan que ahora no tiene nombre. La
etapa actual de este experimento corresponde, probablemente, a la
que el ave era consumida por el fuego. De sus cenizas tendremos que
recuperar al país. |
Políticas de Estado
Lamentablemente,
la única política de estado que subsiste en Argentina, fuera de las
cláusulas pétreas constitucionales; ya sea porque es una
prescripción constitucional o porque abandonarla no sería
políticamente correcto, es Malvinas.
Hago la
valoración: "lamentablemente", porque es de las pocas cuestiones que
no tienen una solución viable en el mediano plazo, y será por ello
que todos los argentinos la respetamos y la sostenemos como tal.
Esto pone en
evidencia la flaqueza del conjunto de la dirigencia para hacer
frente a las cuestiones importantes, aún cuando en forma individual
el pensamiento sea otro.
Si se piensa en
políticas de estado se debe tener en cuenta que solo se tendrá por
tales a las políticas que surgen del consenso general, con
sustentabilidad en el largo plazo y la raigambre suficiente para que
durante sucesivas administraciones de gobierno no encuentre
variaciones egoístas en el rumbo delineado.
Como ejemplo,
cabe destacar que durante los últimos años hemos cambiado de modelo
educativo en reiteradas oportunidades, en todas ellas, las
modificaciones demostraron haber fracasado rotundamente. La
educación pública de excelencia fue una política de estado desde el
siglo XIX y la hemos olvidado a fines del siglo XX. Los resultados
están a simple vista.
Así, la moneda
sana, la defensa y seguridad, la independencia de los poderes del
estado, el sistema federal de administración, la propiedad privada,
la garantía de la defensa en juicio
y, entre otras cosas otrora sagradas, hasta la inviolabilidad de la
correspondencia epistolar; todas cuestiones que se consideraron
intangibles durante más de un siglo, resultaron corrompidas por el
gobierno, en contra de la libertad y dignidad de los ciudadanos.
En algún momento
debemos poner un límite. Si nos basamos en experiencias de otros
países que, no solo han tenido problemas internos cruentos sino que
han dejado de existir como tales, debemos entender que no siempre se
puede volver a empezar como lo hemos venido intentando desde hace
ochenta años.
Estudiar y proponer
Para comenzar,
habrá que volver a las fuentes y admitir que desviarse de los
preceptos constitucionales fue un error; en 1930, en los '40, '50,
'60, '70 y desde 2001.
Existieron
intentos de establecer políticas de estado desde los años '80; en
materia de sanidad monetaria con el Austral, luego Austral
Convertible y finalmente el Peso Convertible, que inicialmente se
impusieron como una decisión plural y sustentable, pero que han
fracasado por la intromisión de intereses sectoriales afines a las
distintas administraciones de gobierno.
El MERCOSUR,
también iniciado entonces, comenzó como la primera construcción
histórica que pudimos concretar los países del sur de América desde
la Independencia Americana; ahora resulta que nos maltratamos más de
lo que coincidimos y queremos agregar idiosincrasias extrañas a las
del planteo original, por el vago beneficio de algún interés
coyuntural inmediato.
Existen algunas
coincidencias básicas con las que comulgamos la gran mayoría de los
argentinos, no necesariamente tan magnánimas como la Independencia
Americana, pero con la suficiente coherencia como para que algunas
estrategias subsistan lo suficiente para ser consideradas políticas
de estado.
Algunas se
presentan como el resultado lógico del sentido común, como los
casos de la lucha contra el narcotráfico y contra el terrorismo;
para ello, existe desde los años '90 un Plan Nacional de
Radarización del que tanto hemos escrito en esta publicación y que
ha quedado trunco por cuestiones inexplicables, pero que es
fácilmente aplicable y en plazos casi inmediatos. Solo hay que poner
una fecha y asignar el recurso. El resultado será una mayor
eficiencia en la seguridad aeronáutica, un control más
efectivo de lo que ingresa y egresa por aire, la
consideración de Argentina como un país más serio, y la beneficiosa
fuga de nuestro país o captura de quienes tienen como medio de vida
envenenar a desventurados incautos con drogas ilegales. ¿Quien se opondría?
Existen
coincidencias más silenciosas, pero que la casi totalidad del
espectro político maduro suscribe, es la certeza de que la
riqueza la producen los privados y el estado solo produce gasto.
Bajo estos principios, nuestro país llegó a ser admirable en el
pasado; cuando los abandonamos, llegamos a la evidente decadencia en
la que nos encontramos hoy.
Resulta difícil
creer que alguien piense lo contrario, pero hay quien aún no lo ha
razonado. Con ello, terminaríamos con la torpe idea de
creer que Argentina es un país mejor si el estado nacional es dueño
del complejo inmobiliario Nordelta, de algunas fábricas de fideos,
ceniceros y vajilla; porque, no solo caemos en el desprestigio
internacional, sino que aumentamos el gasto espurio, la corrupción y
la fuga de capitales.
Coincidencia en el disenso
De las
diferencias más cardinales surgen las ideas más forjadas; así, la
educación pública de excelencia, la prevención en salud, la
seguridad de las personas y el respeto a la vida, al trabajo y al
producto del trabajo que es la propiedad privada, surgirán
nuevamente como premisas básicas, solo con la discusión que hoy no
existe.
Finalmente, cuando haya disenso y pluralidad de
ideas en el Congreso Nacional, van a ir floreciendo coincidencias y
se generarán los consensos suficientes como para volver a tener
Políticas de Estado que nos devuelvan la dignidad como ciudadanos.
Gustavo
P. Forgione
gustavo@forgione.com.ar
Candidato a diputado de
la Nación
Director
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