Casi una década de
machacar con alterar la historia, de devastar lo que habíamos establecido como
instituciones de la República y de diezmar el erario, es lo que los
simpatizantes del actual gobierno establecieron como "el Modelo".
Resultan curiosos los
ciclos de casi una década que vienen repitiéndose en nuestra historia y la
conducta de acompañamiento pendular de nuestra sociedad.
Cabe recordar las
bondades del sistema que vivimos durante la recuperación de la democracia con la
cual sólo con ella se comía, se educaba y se vivía, aunque esto nos llevara a
empobrecernos hasta no poder soportar tal objetivo, para pasar inmediatamente a
las bondades de una moneda rígida que permita el acceso al crédito fácil, con el
cual se pudo invertir en producción con los mínimos niveles de utilidad del
primer mundo y los ingresos del tercero.
Luego, en un intento de moderar
la situación, una coalición insostenible pretendió terminar con aquél sistema
económico, lo que se convirtió en su único objetivo, y lo logró en corto tiempo, con los resultados que experimentamos en
2002.
A partir de entonces,
los sucesivos y fugaces grupos de gobierno revirtieron el sistema de presupuesto y moneda
rígida que nos había llevado al "investment grade"; desde entonces, la inversión
se redujo a la participación voluntarista e interesada del Estado que, apoyada
en un "modelo" que nos remite a épocas en los cuales los "modelos" ni siquiera
tenían nombre.
Cabe recordar que a
mediados de los años '70, en los almacenes, sólo se podían comprar dos kilos de
azúcar por persona, porque la coyuntura conspiraba de algún modo para que la
elaboración no pueda satisfacer la demanda del público; asimismo, la producción
de combustibles no resultaba suficiente para abastecer a todos los consumidores.
Por
alguna circunstancia, la historia vuelve a repetirse en esta materia y en otras
disciplinas.
No hemos experimentado la veda de carne, pero, el gobierno
acostumbra a modificar el mercado mediante alguna acción sobre la oferta o
la demanda; actualmente estamos viendo que actúa sobre la oferta al impedir la
exportación para que la oferta sea local y ese acto se refleje en los precios
internos.
Por ello no es casualidad que en las épocas del fugaz presidente
Cámpora se haya actuado de ese modo y en la actualidad, los grupos de jóvenes
que acompañan al hijo de la presidente adoptaron el nombre "La Cámpora", a modo
de evocación de aquél fútil mandatario. |
No es elegante repetir lo ocurrido con los integrantes de las
Fuerzas Armadas, pero resulta evidente que responde a una revancha al combate
que sufrimos durante la guerra contra el extremismo; aún cuando los miembros que
sufren el actual embate no existían entonces, o eran niños que no participaban
activamente de la sociedad.
Es claro que el desenlace de los años setenta no va a repetirse,
ya que no existe una Unión Soviética que financie la guerrilla del bando que se
englobó con el término "subversivos"; ni existe un compromiso de lo que era el
otro bando de la Guerra Fría, que soporte a los gobiernos establecidos.
No obstante, haber visto que el papel de financista de aquellas
aventuras fue intentado por la narcoguerrilla colombiana, las huestes de los
dictadores Fidel Castro y Muammar Kadafi, entre otros; estos, apenas pueden
soportar su propia sustentabilidad y la de sus pueblos, lo que le quita la
capacidad de financiar correrías en el exterior.
Bajo este razonamiento es fácil vislumbrar un futuro beneficioso
en lo que hace a la paz interior; siempre y cuando la financiación de estos
grupos siempre dispuestos provenga de el gobierno establecido.
La destrucción de las instituciones se está dando desde que buena
parte de este equipo de gobierno se enquistó en la Alianza que prometió terminar
el milenio pasado en mejor forma. Aún cuando fracasó de la peor forma, este
mismo grupo llegó a ser reconocido por el gobierno marital desde su inicio.
Afortunadamente, el embate contra las instituciones parece haber
mermado; esto puede deberse a que el gobierno no pretende terminar con ellas o
porque entiende ya lo ha logrado.
Gustavo
P. Forgione
gustavo@forgione.com.ar
Director
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