La
presidente de la Nación lanzó un nuevo "plan para garantizar la soberanía
hidrocarburífera de la República Argentina", mediante la expropiación de
parte del paquete accionario de la sociedad anónima YPF.
Existen evidencias que denotan varias cuestiones turbias, por llamarlas de un
modo elegante, sobre esta decisión. Resulta curioso que, con esta medida,
solamente se expropiarán las acciones en poder del grupo Repsol, del cual
participan también Caixa bank, SACyR, PEMEX, BBVA, BNP Paribas y otros. Es claro
que ante tan artera y enfocada expropiación sobrevendrán juicios
multimillonarios en estrados locales e internacionales que en algún momento
habrá que solventar, ya que, no se trata de una toma hostil por parte de un
adquirente, sino, de una acción en contra de una parte de los accionistas.
Si
esta decisión pretende convertirse en una política de estado, resultaría extraño
ver que muchos de los diputados y senadores que hoy nos quieren hacer creer que
apoyan inteligentemente la expropiación, fueron los mismos que votaron la
privatización inicialmente, a principios de los años '90 y la torpe venta de
Acción de Oro en 1995, que permitió a YPF - Repsol, entre otras cosas, hacer y
deshacer a piacere cualquier cosa en materia de inversiones, exploración
y explotación de recursos.
Haciendo un poco de historia
Con
excelente criterio, el gobierno argentino de 1922 bajo la presidencia de
Hipólito Yrigoyen se propuso lograr el autoabastecimiento de combustibles
fósiles provenientes de los yacimientos descubiertos en 1907.
En ese
sentido, cuando asumió la presidencia
Marcelo T. de Alvear nombró al Gral. Enrique Mosconi al
frente de la Dirección Nacional de Yacimientos
Petrolíferos Fiscales, que dio el impulso a la industria
petrolera y gasífera, que se mantuvo en crecimiento hasta hace unos años.
Existieron varios intentos fallidos por lograr el autoabastecimiento, sobre esto
merece citar la anécdota comentada eventualmente por el propio presidente
Frondizi, quien, reunido con todas las empresas petroleras que operaban en el
país, les comunicó que era su intención lograr el autoabastecimiento argentino
de combustibles. ya finalizando la reunión, quien lideraba un grupo de
empresarios extranjeros le advirtió: "Señor presidente,
si llega a lograr el autoabastecimiento, eso le puede costar su lugar en el
gobierno".
Al
poco tiempo, cuando Argentina multiplicó la producción y llegó a equilibrar la
balanza de hidrocarburos, Frondizi fue derrocado.
El
hito histórico más destacado en materia de autoabastecimiento se puede ubicar
con la implementación del Plan Houston, durante la presidencia de Raúl Alfonsín,
de la mano del ministro Rodolfo Terragno. Con ello, en 1999 Argentina
logró el autoabastecimiento pleno, lo que se mantuvo hasta el año 2004.
El
equilibrio logrado inicialmente fue incrementado mediante la privatización de
Y.P.F., logrando exportaciones de petróleo, gas y derivados por valores de 4.000
millones de dólares anuales.
Esta
situación favorable se sostuvo durante más de dos décadas.
La
falta de exigencia de inversiones comprometidas, el descontrol fiscal sobre la
exploración, explotación y producción, la ausencia de política energética y los
negocios ocultos entre privados y funcionarios, como la compra del 25 % del
capital accionario de YPF S.A. a pagar con dividendos futuros por parte del
Grupo Petersen de Enrique Eskenazi, nos dejan hoy con una situación espantosa.
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Hoy,
Argentina importa combustibles por 10.000 millones de dólares.
Ante
esta situación, el gobierno, en vez de asumir su evidente torpeza, despedir a
los funcionarios incompetentes y nombrar en su lugar a otros que propongan y
cumplan con algún plan de crecimiento, tomará el control de la empresa YPF S.A.
mediante la incautación de las acciones de la controlante Repsol.
No
resulta claro si existe una política energética que intente revertir la
decadencia demostrada desde 2004; es más, los funcionarios ineptos fueron
sostenidos por el gobierno y serán los que lleven adelante esta nueva quimera.
Ante
esta situación inentendible, es justificable que las otras empresas del sector
vean amenazados sus capitales accionarios si el humor de quien decide estas
cuestiones deriva en otra expropiación.
Durante el debate en la Cámara de Senadores el día de hoy, la senadora
Estenssoro, hija del fallecido José Estenssoro, quien fuera el que llevó a YPF
S.A. a convertirse en una empresa exitosa durante los años '90, indicó que, de
justificarse la incautación de las acciones de YPF en poder de Repsol por ser de
extranjeros o por alguna cuestión estratégica, del mismo modo, en relación a la
situación en que se encuentran las relaciones con Gran Bretaña, podrían
expropiarse las acciones que British Petroleum posee en la empresa Pan American
Energy que opera en nuestro país del mismo modo que YPF S.A.
En el
mismo orden, Shell, Esso, Petrobras y las otras pueden verse amenazadas de algún
modo por las acciones de este gobierno.
Soberanía
Resulta evidente que la demagogia se apoderó de todas las cuestiones; las
históricas, la económicas, claramente las políticas y hasta las jurídicas y
semánticas.
Soberanía es la capacidad de legislar.
No se
trata de aplicar la prepotencia, sino todo lo contrario. El ejercicio de la
soberanía debería darse por el control fiscal, por la exigencia de cumplimiento
de los contratos, el retiro de concesiones de áreas y negocios y la generación
de un plan energético inteligente, hoy ausente.
Si un gobierno necesita ser dueño de las empresas que
generan riqueza y tiene que aplicar el poder de las bestias para mantener el
ejercicio del poder, es fiel reflejo de un gobierno que no tiene la autoridad
legítima para administrar el estado.
Gustavo
P. Forgione
gustavo@forgione.com.ar
Director
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