Las próximas elecciones legislativas implican un desafío para las
fuerzas opositoras. Durante los últimos tiempos llegamos a acostumbrarnos a
oír voces de descontento en el Congreso Nacional, pero eran
solamente un testimonio de que existe representación popular, ya que el aparato del gobierno kirchnerista en las cámaras
no permitía llevar a buen término las iniciativas y defensas de las
minorías.
Un modelo vetusto
En todo gobierno populista resulta estrictamente
necesario mantener las mayorías absolutas en el Poder Legislativo,
puesto que las decisiones son tomadas en soledad por quien ostenta
el Poder Ejecutivo. Naturalmente, quien debería generar, debatir y
someter al voto de la representación popular y estadual los
proyectos legislativos, resultan un escollo en el modo de operar de
este tipo de gobiernos.
Afortunadamente,
la ciudadanía en general está advirtiendo los beneficios de la
República, hoy en detrimento, pero también, quienes hasta hace poco
tiempo soportaban el acompañamiento de esta inercia política, por
haber sido aplicada en forma gradual; la que solo fue advertida
desde un principio por quienes persistimos en mantenernos en una
posición crítica de este método autoritario, mal llamado "modelo" y
que debería permanecer en un museo.
El próximo 10 de diciembre se renovará buena parte de la Cámara
de Diputados; la evidente misión actual de refrendar
irresponsablemente los mandatos de la presidencia de la Nación por
parte de sus representantes en el Congreso, deberá tornarse en
la representación popular, función para la que fueron elegidos y aún
no han cumplido.
Por estos días
vemos surgir el real objetivo del modelo, manifestado descaradamente
por uno de los secretarios de la presidente de la Nación, quien
advirtió, ante las diferencias de criterio con el sector
agropecuario que "vamos por todo".
No solo el campo,
los mercados granarios y cárnicos, las jubilaciones y el mercado
financiero serían el objetivo de este grupo del gobierno, sino
también la industria. Por su parte, el ministro de Vido amenazó con
"quedarse" con una de las fábricas de tubos sin costura más
importantes del mundo, apelando al modo de sustracción que su amigo
Chávez practicó con SIDOR, la subsidiaria de TECHINT en aquel país
que ejerce la política neo-bolivariana.
No está lejos el
ejemplo de Aerolíneas Argentinas, donde el método local fue aplicado
por los representantes del gobierno en el Congreso con todo éxito,
contra los representantes del pueblo y a un costo desmesurado para el
erario.
Una vez más,
pueblo y gobierno se encuentran en veredas distintas; finalmente, el
pueblo está advirtiéndolo.
El Desafío
Los pronósticos
para las próximas elecciones indican una fuerte inquietud de los
ciudadanos en "elegir" realmente a sus representantes. Es
perceptible la decisión popular de evaluar las propuestas de los
distintos frentes como no ocurría desde hace muchos años.
El desafío, tanto
de la oposición como de quienes acompañen al oficialismo, será
explicar sus posturas respecto de los próximos años de actividad
parlamentaria, principalmente.
Por parte de los
candidatos del oficialismo, su difícil misión será la de confesar la
devoción al método utilizado durante estos años por el gobierno; el
que nos llevó al estado actual, que seguramente será aplaudido por
sus obsecuentes y votantes cautivos.
La misión de
quienes queremos para nuestro país un mejor futuro que el propuesto
por este sistema llamado "modelo", será la de manifestar el
compromiso de volver a hacer funcionar los mecanismos de la
República. Esto implica controlar al Poder Ejecutivo y al
Judicial, para recuperar la seguridad, en todas las acepciones que
dan sentido a la palabra.
Peligro inminente
"Capricho
irresponsable", no fue sólo un título,
sino la calificación que dimos a la decisión de la presidente de
adelantar las elecciones nacionales,
en la edición anterior de La Hoja
Federal.
Esta innovación
genera un peligro mayor que el de evitar la formación óptima de
candidaturas en las filas de la oposición. El peligro real radica en
la incertidumbre que se generará en la representación popular hasta
que asuman los representantes elegidos.
Durante ese
lapso, los representantes que hoy detentan la mayoría en las
cámaras, otorgarán un poder extralimitado al Poder Ejecutivo, al
ungir apresuradamente sus proyectos antes de que asuman los nuevos
representantes; por ello no es de extrañar que se hagan realidad los
planes de expropiación de empresas privadas de cualquier rubro; que
se endurezca el dominio de la presidencia sobre el Poder Judicial y
que se traben todas las iniciativas tendientes a controlar
racionalmente los miles de millones de pesos que "administra a
piacere" la A.N.Se.S., desde la expropiación de los fondos
jubilatorios privados, entre otras calamidades.
Ante este
escenario, la función de los futuros legisladores que realmente
evidencien la representación popular será la de ir controlando los
avances del gobierno central por sobre los intereses de la sociedad,
para actuar luego, cuando asuman sus mandatos varios meses después
de ser elegidos. |
El control
El 10 de
diciembre, habrá que comenzar una tarea ciclópea de reconstrucción
de la República, la que seguramente será resistida por esta gestión
de gobierno que solo entiende de confrontación como si la posición
crítica fuera el enemigo.
La obligación de
los futuros legisladores estará centrada en evaluar el
comportamiento de los funcionarios; rejerarquizar la función de los
organismos descentralizados y de los entes públicos no estatales,
velando por su independencia plena; pronunciarse sobre la
legitimidad de las decisiones arbitrarias avaladas durante este
período caprichoso y, finalmente, legislar como se ha mandado.
Obligaciones perdidas
Varias
obligaciones del gobierno han sido olvidadas durante estos años de
gestión arrogante:
Las ruidosas
disputas con todas las ramas del aparato económico del país han
dañado severamente el esquema productivo y sistemas que funcionaron
eficientemente por casi dos siglos, el intento de destrucción de los
mercados de granos, de hacienda y de capitales han diezmado la
capacidad de colocar la producción sin depender de algún oportuno
funcionario, y de financiarse genuinamente para seguir produciendo
en forma independiente.
El intento de
desarmar al país, bajo el pretexto de una pelea psicológica de los
funcionarios del gobierno con las fuerzas de seguridad, nos ha
dejado inermes y sin una mínima capacidad de disuasión ante una
eventual hipótesis de conflicto.
Es difícil
aseverar un juicio sobre la independencia del Poder Judicial y el
Consejo de la Magistratura, pero los resultados están a la vista.
La pésima calidad
de nuestras relaciones exteriores establecida por el Canciller,
llegaron a colocarnos en una calamitosa situación respecto del
mundo, solamente comparable con la experimentada momentos previos a
la Independencia Nacional, algo que será difícil de remontar si
seguimos siendo los compadritos del sur.
Renovar el Congreso
La evolución de
nuestra legislación ha estado adormecida por estos años de gestión
kirchnerista; los cambios que se han llevado a cabo radicaron
exclusivamente en la posibilidad de que el Estado Nacional se
apropie de los recursos de los ciudadanos, tanto de los trabajadores
como de los productores, de los empresarios como de los
industriales.
No extraña que
los debates más resonantes que hemos visto en el Congreso Nacional
hayan sido solo los que procuraron la apropiación estatal de los
fondos jubilatorios y su capital atesorado, el impuesto incorporado
en las retenciones móviles a los granos y, entre otros, la
estatización de Aerolíneas Argentinas a precios formidables para el
expropiado. Todas estas normas solo tendieron a enriquecer al estado
nacional en detrimento de la sociedad, y darle poder a algunos
funcionarios o gestores sobre la generación de riquezas.
Se han propuesto,
y se han tratado en las comisiones, pero jamás se han votado en el
recinto los proyectos tendientes a mejorar la calidad de vida de los
ciudadanos; los destinados a mejorar la logística para la
producción; los dedicados a optimizar la seguridad en cualquiera de
sus aspectos...
Un caso resonante
por su silencio es la radarización del país. Es fácil recordar que a
los pocos días de asumir la presidencia, Néstor Kirchner se ocupó de
derogar el "Plan Nacional de Radarización", aduciendo que el
proyecto que venía de la presidencia de Menem era caro y traía una
carga de corrupción insostenible. En vez de los 850 millones de
dólares
propuestos,
él prometió que con algo de 500 lo iba a realizar, y sumando
tecnología local... Al cabo de varios años, eso no ocurrió; los
radares siguen siendo los mismos, con la sola diferencia de que
dejan de funcionar, sospechosamente, en determinados momentos y en
las zonas fronterizas más necesarias.
La discusión
sobre este caso ejemplar quedó junto con los 20 mil millones de
China, con el Tren Bala, con la línea aérea LAFSA, con la ayuda a
Tartagal y con todas las promesas que solo existieron en palabras o
papeles que se llevó el viento.
Una mala costumbre
Nos hemos
acostumbrado a que el Poder Ejecutivo disponga y sus representantes
en el Congreso refrenden, a que el Poder Ejecutivo sugiera y la
justicia acate.
Falta poco para
las elecciones, pero aún falta mucho para el recambio de
representantes en el Congreso; nuestra obligación como posición
crítica es poner un ojo en el desempeño del gobierno y otro en sus
próximos y dos últimos años de gestión, para tener un país más
respetable cuando sea la oportunidad de otra gestión de gobierno que
quiera presidir un país próspero.
Entonces, será hora de
terminar con esta costumbre que nos está costando la República.
Gustavo
P. Forgione
gustavo@forgione.com.ar
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