La Hoja Federal

?Habr? que pedirle perd? a Fidel? II

Derechos Humanos versus Apolog? del Delito
Por Gustavo P. Forgione

La cuesti? de los derechos humanos fue el inicio de la reciente tensi? de Fidel Castro y su embajador con nuestro pa?, los que recibieron informaci? sobre el voto pr?imo de la Rep?lica Argentina ante la Asamblea de las Naciones Unidas. Es f?il entender que quien ignore que en la Isla de Castro hay una flagrante violaci? a esos derechos no sabr?discutir seriamente sobre este tema y quien los niegue por defender al barbado revolucionario incurrir?en apolog? del delito.
Si entendemos por derechos humanos, a los derechos civiles que deben ser cumplidos por los estados, el r?imen cubano es el caso l?er de lo que no se debe hacer en la materia, comenzando por las libertades individuales de expresarse, organizarse, transitar, comerciar, autodeterminar su futuro, peticionar y elegir a sus autoridades, de mantener la patria potestad de los hijos menores y, entre otros, decidir el destino de sus huesos.
All? todos estos derechos est? suprimidos, por lo tanto si este feudo adhiriese a la tendencia de los otros pa?es del mundo, de respetar a sus ciudadanos, el monarca deber?cambiar su tozudez por una racionalidad pol?ica que no entiende.
El 23 de Septiembre de 1994, cuando los ciudadanos cubanos hu?n del r?imen de su pa? en precarias balsas, vali?doles el mote de “balseros”, sabiendo incluso que s?o la mitad de ellos llegar? a destino con vida, as?como hab? ocurrido varios a?s antes a los que se llam?“Marielitos”; el diario ?bito Financiero public?una carta en la secci? Gente Enojada y que titularan “?Habr?que pedirle perd? a Fidel?”. En ella expliqu?el parad?ico paralelo que, a mi entender, exist? entre Pinochet y Castro, ya que luego de someter a su pueblo y fastidiar al resto, cuando no, someter la paz del mundo a sus caprichos, el ex dictador chileno exigi?a su pueblo que le pida perd? por los maltratos recibidos luego de que ?te les “devuelva” la democracia, algo que a? no se le ocurri?a Castro.
Cabe recordar que desde hace cuarenta y dos a?s, Fidel Castro es regente absoluto de la isla y no tolera ning? tipo de cr?ica sobre la situaci? pol?ica de su pa? ni sobre el tratamiento de presidio que dispensa a su pueblo, por lo que no es de extra?r que se haya enojado ante el chisme de que nuestro pa? se manifestar? a favor de los derechos humanos, es decir, a favor de los cubanos y en contra del dictador.

Sobre estos temas nos hemos ocupado varias veces en La Hoja Federal (ver n?ero 38: "Un Dictador Suelto en Nueva York"), en oportunidad de realizarse la Reuni? Cumbre de Pa?es Latinoamericanos (ver n?ero 37: "Paradojas de la Cumbre").
Sobre la ofensa expelida por Castro, la que indica que somos “lambebotas de los norteamericanos”, habr?que entender que el omnipotente revolucionario conoce s?o dos posiciones, la suya y la de los Estados Unidos, porque ignora que el mundo es grande y que los pa?es tienen criterio propio, que no necesariamente responden a mandatos norteamericanos, sino que racionalmente son contrarios a lo que desde hace cuatro d?adas ocurre en Cuba.

Gustavo P. Forgione
gustavo@forgione.com.ar

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	Cuban missive ‘slanderous and offensive’ 08/02/2001	Buenos Aires Herald
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La Vieja Partidocracia
es una Amenaza para la Rep?lica
Por Mart? Borrelli

La reciente declaraci? del Bloque de senadores del Justicialismo condenando la actuaci? de los fiscales que apelaron la resoluci? del Juez Liporaci en el caso de los sobornos en el Senado, sumada a las expresiones cr?icas que tambi? tuvieron d?s atr? el Ministro del Interior Storani y el mism?imo Presidente de la Naci?, dejan en evidencia el car?ter retr?rado y corporativo que los dos grandes partidos pol?icos argentinos tienen hoy en d?.
Convertido en uno de los fallos judiciales m? aborrecidos y criticados de los ?timos tiempos, la falta de m?ito dictada por el cuestionado Liporaci era una burla a la juridicidad y al sentido com? de los ciudadanos, que hab?n depositado su confianza en esta investigaci?.
La medida tomada por los fiscales en el sentido de profundizar la investigaci? es sin duda la correcta y reconcilia al Ministerio P?lico con los grandes intereses del Estado, generalmente desamparados en los ?timos a?s de la administraci? menemista.

C?o debe interpretarse la posici? del PJ y de la Alianza ? Como la de dos grandes corporaciones totalmente refractarias al cambio, alejadas del sentir de la gente que est?harta de encubrimientos y complicidades, y que seguramente a?ran el viejo contubernio peronista-radical que permiti?durante d?adas la sanci? de tantas leyes y vaya uno a saber cuantas otras cosas mas.
El nuevo impulso dado a la causa por los fiscales Eduardo Freiler y Federico Delgado constituye un paso adelante en el conocimiento de la verdad sobre los sobornos y en el alumbramiento de un nuevo modo de ejercer la pol?ica, pero no es suficiente; hace falta que las respuestas vengan de los partidos, de los dirigentes. Y no es s?o una cuesti? de cosm?ica o de buena voluntad.
En este sentido, la propuesta que difundiera recientemente el ex vicepresidente Alvarez, poco aporta a las reformas de fondo que necesita la Argentina. No es solo una cuesti? de cantidad de comisiones o monto de las dietas de los senadores lo que har?que el sistema representativo sea mejor: el problema es como queremos organizar el estado, tanto funcional como geogr?icamente.

Y sobre esto los partidos mayoritarios guardan un profundo silencio.

Dr. Mart? Borrelli
Presidente del Partido Federal
borrelli@federal.org.ar

Es muy com? escuchar desde hace algunos a?s, la frase "Tolerancia Cero", como una amenaza a los delincuentes comunes, advirti?doles que no se les tendr?piedad ante delitos considerados como "Poco Punibles".
Cuando el Estado, quien debe mantener el monopolio del poder de polic?, permite, tolera, ignora o apa? delitos menores, en realidad est?permitiendo, tolerando, ignorando y apa?ndo todos los delitos; porque cualquier inconducta que sea pasible de pena debe obtener condena, para ello existe la legislaci? que regula en general para cada pena los m?imos y m?imos correspondientes que ser? aplicados por lo tribunales.
No es facultad de las instituciones policiales o de los poderes ejecutivos ignorar algunos delitos porque ?tos sean menores, o entiendan que la pena para alguno de ellos sea demasiado severa o muy leve, s?o deben remitirse a lo escrito, porque as?est?planteado nuestro sistema judicial.

Durante la Conferencia Sobre Seguridad P?lica y Control Comunitario realizada en el Hotel Claridge de Buenos Aires el 8 de Marzo de 1999, organizada por el Bloque Acci? por la Rep?lica, se invit?a la Vice Comisionada de Asuntos Comunitarios del Departamento de Polic? de Nueva York, Lic. Yolanda B. Jim?ez, quien expuso sobre los cambios observados en su ciudad.
New York, era sin?imo de asesinatos, asaltos, violaciones, atracos y todas las calamidades urbanas que en la actualidad hostigan a Buenos Aires.

De la exposici? de la Lic. Jim?ez surge que los cambios m? revolucionarios de su gesti? radicaron en ampliar sensiblemente la dotaci? de agentes de polic? en las calles y aplicar la "Tolerancia Cero". As? el graffiti, que hab? sido practicado hasta entonces por cuanto joven alcoholizado o no, se le ocurriere hacerlo y que configuraba un delito pero era ignorado, merecer? la detenci? del individuo, como aquel que porque deseaba orinar, lo hac? en la v? p?lica a la vista del resto de los transe?tes.

En realidad no se va a terminar con la violencia ni con los asaltos, por el s?o hecho de detener a los irrespetuosos pintores espont?eos de aerosol, ni por retirar algunos imp?icos de las calles, o quien produce ruidos molestos por placer, pero lo contrario tambi? configura un delito.
Si un agente de polic? permite la comisi? de un delito porque ?te es considerado leve, nunca ser?cumplida la pena correspondiente que fija la Ley para ese delito , as?se trate de una reprimenda menor. Bajo este marco el agente o sus superiores, en el caso de que esta omisi? del deber sea una pol?ica impuesta por la instituci?, est? tomando la legislaci? en sus manos y cometiendo un delito mayor, por el contrario, si la falta de control sobre estos delitos se debe a connivencia, ignorancia o ineficiencia, el problema es mucho m? grave y no es solucionable con el actual personal.