Desde aquél argumento de índole
económica fundado por un grupo de sofistas oficiales, que indicaba que sería
mejor "vivir con lo nuestro", muchas fueron
las advertencias de quienes realmente son intelectuales, sobre los perjuicios
que acarrearía incumplir contratos, entrar en la morosidad voluntaria,
expropiar, controlar precios y aislarnos del mundo.
A partir de entonces, una serie
de cuestiones que, para el oficialismo serían meros trámites administrativos;
para la masa aplaudidora del régimen, un motivo para festejar; y para el resto
de los ciudadanos, un seguro dolor de cabeza en el futuro; serían sólo
argumentos cuyo análisis merecía la condena del gobierno federal y gran parte de
la sociedad.
Los argumentos del oficialismo,
amparados por una suerte de corte, que abarcaba desde medios periodísticos, por
entonces defensores de esta patraña; sumados a sindicalistas, asociaciones
profesionales, empresarias, agropecuarias y hasta financieras; radicaban en que
Argentina era un país que podía valerse sólo y alejado del alcance de la razón,
que naturalmente guía a esa parte del mundo que detenta algún éxito en la vida
de sus ciudadanos.
En relación a esta nueva forma
de entender la realidad, cabe recordar la definición de las medidas tomadas por
el gobierno de entonces, como "fulbito para la tribuna", citada en
La Hoja Federal hace una década en las ediciones
Nº 73 y
Nº 74,
la que fue dicha por el empresario Gérard Creuzet, director general de EDF, por
entonces dueña de Edenor, respecto de lo que ocurriría si se mantenían fijas las
tarifas de la energía, que con ello no se diera lugar a inversiones en
mantenimiento y desarrollo, y que se continuara con esa costumbre de una
relación cada vez más tirante entre el gobierno y las empresas.
Obviamente, el empresario pasó a
retiro y el sistema energético argentino "colapsó con todo éxito", tal como lo
vemos hoy, debido a los motivos esgrimidos por los que entonces eran
considerados enemigos del gobierno, tan sólo por advertir que era mejor hacer un
manejo racional de la economía y que no debería hacerse caso a un modelo
económico provisto por un grupo de sofistas, como era en ese entonces el "Grupo
Fénix", que luego fue reemplazado por "Carta Abierta", del que aún se pueden
leer algunas líneas en los medios acólitos de propaganda de la presidente.
Las decisiones tomadas por el
entonces presidente Néstor Kirchner, haciendo caso a estas ideas heterodoxas que
asignaron su particular lógica a un "nuevo paradigma", están dando los frutos
esperados, una década más tarde.
Cabe recordar los manejos de la
deuda externa, que sólo sirvieron para festejar entonces; los que hoy padecemos
en los tribunales extranjeros; y que deberemos satisfacer con creces a partir
del año próximo. Asimismo, los manejos de la política energética, que nos han
transformado de un país exportador de energía en uno que importa la friolera de
US$ 16.000 millones cada año, y cuya red ya no tiene la capacidad de transportar
la pobre energía necesaria por parte de la industria y tampoco a los hogares.
Esta modalidad de gestión de la
cosa pública, no solamente se trató de evitar pagar a quien debíamos, sino
también de expropiar torpemente, y con las características típicas de un guapo
de esquina, lo que ya está dando el resultado lamentablemente esperado por
quienes mantuvieron el sentido común, pese a la corriente ideológica reinante
por esta década.
Ahora el CIADI
Por estos días, el tribunal
arbitral del Banco Mundial, cuya denominación es Centro Internacional de Arreglo
de Diferencias Relativas a Inversiones, más conocido por su sigla CIADI, condenó
al Estado argentino a pagar US$ 405 millones de dólares estadounidenses a la
empresa francesa Suez Environnement y la española Aguas de Barcelona, ex
accionistas de Aguas Argentinas S.A. y Aguas Provinciales de Santa Fe S.A., por
una demanda iniciada en épocas en que comenzó la lógica de actuar como guapo
para luego festejar masivamente; más precisamente desde el año 2006, cuando el
extinto Néstor Kirchner era presidente de la Nación y canceló unilateralmente
las concesiones de estas empresas.
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Luego de ésta costosa decisión
vinieron otras como las de sostener una línea aérea sin aviones como LAFSA, una
empresa energética sin recursos como ENARSA, la apropiación ilegítima de los
fondos jubilatorios privados, las expropiaciones de tenencias accionarias en YPF
S.A. de Repsol y en Aerolíneas Argentinas de Marsans, entre muchas otras
cuestiones conocidas, y otras cuyas consecuencias irán apareciendo trágicamente
cuando se haga cargo del Poder Ejecutivo una nueva gestión presidencial a fines
de 2015, que ponga en claro las cuentas nacionales.
La deuda oculta
No solamente aparecerán
cuestiones de deuda relativas a los fondos NML y Aureluis, más conocidos por
estar bajo el mallete del juez Griesa, sino que existen grupos de ciudadanos
italianos, británicos y alemanes que recurrieron al CIADI y a otros tribunales
para resolver el incumplimiento de los bonos por parte de nuestro país, lo que
deberá solventarse en un futuro cercano. También persisten los acuerdos
obligados por el CIADI, respecto de las empresas Azurix, CMS Gas, Continental
Casualty, National Grid y Vivendi, con quienes el estado argentino canceló su
deuda inicial con bonos por un valor de US$ 600 millones y aún quedan pendientes
de resolución, solamente ante el CIADI, juicios multimillonarios con AES
Corporation, Ambiente Ufficio, Camuzzi International, EDF International,
Enersis, Gas Natural SDG, Mobil Exploration and Development, Unisys Corporation
y otras veintidós causas.
Resulta difícil exponer números
exactos de la deuda pública, ya que la tónica de esta década perversa ha sido
incierta en la materia; que aún mantiene ocultas y secretas algunas cláusulas de
convenios entre empresas extranjeras y las empresas comerciales en poder del
estado; que no es capaz de presentar en tiempo y forma los balances de otras
sociedades administradas por el gobierno; que no puede especificar lo que queda
de la cartera administrada por la ANSeS; que ni siquiera se anima a hacer
público el monto del sueldo que los ciudadanos abonan a la
presidente de la Nación; por lo cual, ya
no
es extraño que no sea claro el monto de la deuda emitida por el estado, ni la
composición de la Reserva que debería existir en el Banco Central; más aún
cuando se estima que, mayoritariamente, éste banco está en situación de quiebra
porque sólo es acreedor del gobierno que ha dejado de pagar sus obligaciones,
aún bajo sentencias locales y extranjeras, a particulares, organismos
multilaterales y acuerdos bilaterales.
Lo
único que queda claro es que, durante esta gestión de gobierno ningún número fue
tratado en forma convencional.
La frase "Vivir con lo nuestro" sonaba bien en lo
literario e implicaba no gastar de más, pero ese fue sólo el enunciado de la
propaganda que dio, al régimen que comenzó hace una docena de años, la
posibilidad de no pagar sus obligaciones, endeudarnos y empobrecernos cada día
más, e hipotecarnos sin beneficio a la vista, como nunca antes había ocurrido.
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