Para
entender lo que ocurre en este segmento geográfico del mundo que hemos llamado
América Latina, no sólo hay que leer a intelectuales, algo que huelga en el
estricto sentido de la palabra, sino que "hay que sentir la calle", leer entre
líneas a los dirigentes, sus bramidos, lamentos y silencios.
En esta
materia no me refiero solamente a los dirigentes políticos, sino de todos los
sectores y espectros visibles: la industria, el campo, el ambiente financiero y
el comercio; a los que tampoco escapa la iglesia, las artes y letras.
Toda esta
masa dirigente deja ver exponentes de todo tipo pero, normalmente, se hacen
públicas las expresiones más ridículas, o se toma como ejemplo a los más
infames; así, los personajes más nefastos son apañados y mostrados en público
como celebridades de las que hubiera algo que aprender. Cabe recordar que el
conocido, confeso y condenado mercenario y, durante años, enemigo público número
uno, Gorriarán Merlo, fue liberado por el entonces presidente Néstor Kirchner y
murió en libertad trabajando para presidencia, en la visita de Fidel Castro a, nada menos que a la
Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires; otro ejemplo de incoherencia fue la presentación, en una
suerte de conferencia, de un conocido ladrón de bancos; o que el jefe de una
banda de secuestradores haya sido el patrocinante del juez de la Corte Suprema
de Justicia de la Nación, Zaffaroni, y también abogado del vicepresidente de la
Nación, Boudou; o que un parricida confeso y condenado, haya recibido verdaderas
fortunas del estado nacional para construir viviendas junto a la asociación de
madres de asesinados y desaparecidos, lo que concluyó en una estafa al estado y
una ilusión rota para los destinatarios, ante la
cual, la culpa fue atomizada por el grupo que gobierna, sin que la justicia sepa
actuar a tiempo. Ante tales incompatibilidades, y muchas más, que resultaría cansador
enumerar, se suman las expresiones de los miembros del poder ejecutivo, que a
diario, intentan torcer la realidad indicando que no hay inflación, cuando ésta
supera los mínimos niveles tolerables; que el PBI está creciendo, cuando nos
encontramos en "depresión" real; que ante las restricciones a la adquisición de
divisas, la presidente de la Nación se atreve a decir textualmente que "el cepo
cambiareo es un título mediático", lo que fue secundado de inmediato por
el jefe de gabinete de ministros con un léxico mucho más complejo, tanto como
inapropiado; algo que Jorge Capitanich ha hecho costumbre y que ocupa todas las
mañanas para justificar lo injustificable, con la vehemencia suficiente como
para, difícilmente, convencer a quienes lo ven, de que él mismo cree que es cierto lo que está
diciendo.
Recientemente, la diputada
Diana Conti; confesa stalinista, que tiene por esposo a Enrique Dratman,
denunciado por los delitos de sabotaje y homicidio por supuesta comercialización
de medicamentos adulterados y falsos, en asociación ilícita con el ex director
del BCRA, Aldo Pignanelli; en conferencia de prensa, ante la infructuosa labor de echar a un juez que
investiga a la mafia, indicó: "seguramente nuestro Consejo de la Magistratura
encontrará algún motivo para acusar al juez", ya que los recursos legítimos no
le resultaron satisfactorios a esta diputada y su grupo, y el único cometido es
callarlo, aún luego de admitir abiertamente no tener claro el motivo de sus
acusaciones. La misma diputada, tras lo cual ha convertido a la honorable Cámara
en una lamentable barricada, se le ocurrió decir y repetir: "Escuchen menos a Lanata", en
una clara actitud de censura y cuyo único objeto es que el pueblo no atienda las
investigaciones periodísticas que perjudiquen a algunos malhechores enquistados
en el gobierno.
Libertad de prensa
Resulta evidente que a la diputada Conti le molesta la
justicia y la prensa independientes, pero, la cuestión de las libertades no
concluye allí, y la diputada es casi una anécdota en toda esta seguidilla de
incoherencias, falta de sentido común y de respeto al derecho.
Recientemente, el mundo se vio apesadumbrado por el
lamentable atentado terrorista que asesinó a sangre fría a los editores de la
publicación Charlie HEBDO, un periódico satírico e irreverente hacia las
religiones, la política y todo aquello que su ridiculización cause gracia.
Bajo ningún concepto, alguien que se precie de persona
normal, puede relativizar y, menos aún, justificar un acto de semejante
barbarie; pero, aunque suene extraño, en nuestra región, para los que ocupan
nuestros gobiernos, el hecho pasó como si se hubiera tratado de algo habitual, falto de importancia
y, necesariamente, ocultar.
En éste sentido, la decana de la Facultad de
Periodismo y Comunicación Social de la Universidad de La Plata y concejal kirchnerista, paradójicamente para su cargo, comenzó relativizando y
justificando la acción terrorista contra un medio periodístico por una cuestión
de "contexto" e indicó: "A los periodistas de acá les sirve para pegarle a un
gobierno"... en otro momento continuó con su relato: "Decir que fue un
atentado a la libertad de expresión, es de un reduccionismo interesado". En
un artículo de Página 12 fue más allá y, desconociendo en qué habrá pensado,
se lamentó: "¿Por qué es que siempre términos como terrorismo, masacre,
cacería, justicia pueden expresarse con libertad para algunos y otros están
condenados al silencio?"... finalmente, amenazó: "La libertad de
expresión, como cualquiera de las libertades y los derechos, hay que ponerlos en
debate".
El extraño contexto de esta mujer, la llevó a convocar
a Horacio Braga, ladrón de Los Hornos y condenado por el asesinato del fotógrafo periodístico José Luis Cabezas, quien se presentó en el Concejo Deliberante de La Plata y confesó:
“Vine a apoyar el proyecto de la doctora”. La concejal Saintout, quien
también lidera una agrupación de ex presidiarios pertinentemente denominada "KBrones", justificó
su proyecto que privilegia laboralmente a estos presidiarios, aduciendo que: “Es
muy importante que el Estado municipal se haga cargo de esas trayectorias
laborales porque es una piedrita más para trabajar por el bienestar cultural".
Si esta mujer hubiese actuado libremente, se habría
tratado sólo de una bravuconada más de su penoso desempeño, pero, ella forma
parte de un conjunto minúsculo y despreciable que ostenta el poder mayoritario en Argentina,
como podemos ver en las expresiones del neonazi Luis D'Elia, quien propugna el
"odio a los blancos", golpea a la gente que se expresa públicamente contra el régimen y se
abraza con los más despreciables terroristas locales retirados y los
internacionales, entre otras costumbres tan punibles. Yendo más hacia arriba en la
pirámide del poder, recordemos a nuestra presidente, quien, respecto de la
acción de Estados Unidos contra Bin Laden dijo haberse "horrorizado al ver a
medio gobierno norteamericano frente a un televisor, siguiendo la operación en
la que capturaban a Osama Bin Laden en un caza y se lo llevan de ahí"...
a lo que luego agregó: "debió actuarse con eficiencia, pero
con criterio humanitario, de respeto a los derechos humanos", como si se
tratase de un delincuente común, al cual un agente de policía pudiera mostrarle
una orden de arresto y luego indicarle: ¡queda usted detenido y será sometido
a juicio!.
Aún sobre los dichos irresponsables, que pudieran
estar relacionados a una cuestión política de coyuntura y sólo configurarían un
papelón para quien los dijera, el silencio de nuestro gobierno y de los de toda
la región, fue demasiado resonante.
Triste ausencia
En éste caso, la presencia de presidentes
latinoamericanos que participen en las demostraciones públicas de París, la de
algún representante o algún comunicado oficial que demuestre algo de congoja, no
existieron; en su lugar, la presidente de la Nación fue más allá en su
desprecio.
Resulta que el Canciller argentino Héctor Timerman se
encontraba en París, ya que su hija vive allí, y fue a la marcha con parientes y
un grupo de gente amiga, lo que le costó un dolor de cabeza porque su
demostración de pesar ante un acto terrorista "no estaba autorizada por
nuestra presidente", algo que fue aclarado por el disciplinado jefe de gabinete
de ministros.
Inmediatamente de informada la cuestión por el voluble
funcionario, desde casa Rosada, el canciller emitió un comunicado, desde París,
para justificar la coherencia con la que actuó hasta entonces, pero que no
condice con la incoherencia demostrada por el régimen, por lo cual expresó:
"el domingo fui a la marcha..." aclaró que "fue con un grupo de amigos y
familiares"... finalmente justificó: "fue mi decisión y no me arrepiento"...
como si hubiera motivo para ello.
Es extremadamente triste que, una actitud que
debería configurar una mínima demostración obligatoria de sentido común, de respeto a la
vida y a la libertad, para nuestro gobierno configure una barbarie que debe ser explicada,
justificada y rectificada; tal como tuvo que hacer el sometido canciller, en un
lamentable comunicado. |
Portada de CHARLIE HEBDO de mañana
Civilización o barbarie
En una república civilizada, la actitud del "aún
canciller" Héctor Tímerman, habría sido respetable, pero no pudo con su genio,
y reaccionó de la misma forma que actúa su grupo de pertenencia y tuvo que arruinar lo poco que
le quedaba de dignidad.
Al
momento de escribir estas líneas, pude leer un mensaje "personal" del
funcionario en "la cuenta oficial de
Cancillería en
Twitter" a las 12:24 del 13/01/2015 que versa: Cancillería Argentina:
"Clarín da vergüenza; el domingo fui a la marcha"...
lo que confunde aquel detalle anterior que evidenciaba que fue obligado a
clarificar que lo hizo en forma personal, y que ratificó el vasallo jefe de
gabinete.
Observando esta reacción del funcionario, queda claro
que algo especial le ocurre a quienes están a cargo de nuestros gobiernos, lo
que merece un estudio de tipo médico o antropológico que lo explique.
"Para entender a Latinoamérica hay que sentir la calle
y leer entre líneas a los dirigentes, sus bramidos, lamentos y silencios";
advertí al comienzo de éste artículo; por lo cual, mi inquietud me llevó a
recordar las frases más lamentables del líder del peronismo; luego, las de
algunos mandamases de la zona, pero todas resultaron en frases rimbombantes, que llamarían la atención del más retraído, pero
todas, absolutamente carentes de contenido, como ocurre permanentemente en la liturgia propia del
populismo.
Continué buscando razones, hasta que me detuve en
algunas de Salvador Allende, presidente de Chile, que explican sólidamente el surrealismo
latinoamericano; particularmente, respecto de la libertad de prensa y el
fanatismo que periódicamente vivimos por estas latitudes.
La más elocuente
de las máximas de aquél fanático es una publicada en el diario
El Mercurio el 9 de abril de 1971, que indica
que:
"La objetividad
no debería existir en el periodismo, porque el deber supremo del periodista de
izquierda no es servir a la verdad, sino a la revolución".
Claramente, para quienes detestamos el
fanatismo y el fundamentalismo de quienes
sólo quieren imponer su poder a cualquier costo; nos resulta difícil aceptar la
idea de que alguien pierda la dignidad y someta su libre intelecto a una idea
totalitaria. En éste rubro, la frase de Allende no tiene desperdicio.
Continuando con esta cuestión de las libertades individuales y los valores que
conlleva la república, para quienes respetamos la dignidad humana de elegir y
ser elegidos, el otrora presidente del país trasandino indicaba unos años antes,
también en el diario El Mercurio del 28 de febrero de
1967:
"La lucha por el poder es el objetivo
estratégico que el Partido Socialista ha de desarrollar en esta generación. La
vía violenta es la única posible para asegurar el triunfo de la revolución y su
mantención en el poder. La vía electoral sólo debe usarse como un medio de
agitación y de propaganda, subordinada al camino de las armas. El PS debe
adecuar su organización a esta nueva estrategia y organizar de inmediato sus
milicias".
En su primer Mensaje al Congreso Pleno del 21 de mayo
de 1971, respecto de las modificaciones al sistema legal, Salvador
Allende intimó:
“Nuestro sistema legal debe ser modificado.
De ahí, la gran responsabilidad de las cámaras en la hora presente: contribuir a
que no se bloquee la transformación de nuestro sistema jurídico. Del realismo
del Congreso depende, en gran medida, que a la legalidad capitalista suceda la
legalidad socialista conforme a las transformaciones socioeconómicas que estamos
implantando, sin que una fractura violenta de la juridicidad abra las puertas a
arbitrariedades y excesos que, responsablemente, queremos evitar”.
Evidentemente, la figura de Allende ha sido redibujada una y otra vez hasta
instalar en la idea popular, seguramente debido a una cuestión estrictamente mitológica, que
se trataba de una persona digna, pero, la realidad indica que se trataba de un
opresor totalitario, que sólo quería imponer su idea mediante la violencia;
y que, la república, la pluralidad de ideas que implica la democracia y los
beneficios de la civilización, significaban para él un mero trámite para someter
a los más incautos.
La semilla germinó
Es imposible pensar que alguien quiera ser sometido voluntariamente o por la
violencia, a la obstinación de otro; pero, la mitología que tanto benefició a la
imagen de Salvador Allende es la misma que amparó a otro totalitario
fundamentalista con mejor marketing como es caso del Che Guevara; y su objetivo
son las mentes incautas que, seguramente, desconocen el verdadero propósito de
estos enamorados de la muerte y de la represión del pueblo.
Luego de encontrar semejantes frases, colmadas de absolutismo medieval; y
no sólo me
refiero a las de Salvador Allende, sino a las de todos los personajes citados, no
resulta extraña la actitud de las Florencia Saintout, en el papel de las
destructoras de la libertad de expresión; de los Luis D'Elia, como los arietes
mafiosos contra la libertad de demostración pública; de los Héctor Timerman,
como los prolijos seductores de la clase media imprudente; las Diana Conti, como
los censores mal disfrazados de república; los Jorge Capitanich, como los
voceros que justifican cualquier desmán que provenga del régimen; y así, con
cada uno que represente un papel, cuyo único objetivo es que este grupo que
ocupa el gobierno siga haciéndolo bajo los mismos preceptos de los antiguos
violentos.
Ante el empleo de los presupuestos nacionales, de varios de los países de la
región, para instalar la nefasta idea de que la libertad es algo que el gobierno
nos otorga y nos puede quitar cuando convenga al conjunto de la sociedad, sumado
a que muchos de los que ocupan cargos de importancia hayan formado filas en
grupos terroristas y que los dineros públicos sirven para comprar voluntades de
quienes sufren de moral liviana, no resulta extraño que los gobiernos
latinoamericanos hagan silencio ante cualquier atentado, que provenga de grupos
terroristas, o que configure una ofensa al valor de la vida y de la libertad de
expresión.
Libertad de prensa a toda costa
CHARLIE
HEBDO configura un símbolo de lo que la barbarie no puede silenciar, aún a costa
de la vida.
En lo personal, me desagrada la falta de respeto que
propaga esta revista en Francia, tal como lo hace en
Argentina la publicación Barcelona; más aún, quienes, disfrazados de periodismo
serio, mienten y engañan permanentemente en beneficio de la propaganda, como son
los casos de Víctor Hugo Morales y su carísimo relato archioficialista; y los otros pregoneros de 678 y su ataque
a todo aquél que defienda la libertad ajena; quienes, si no tuvieran el sostén material
del erario y la protección de éste grupo que gobierna; defendería en forma
personal su
derecho a existir para opinar libremente; aunque ellos mismos no tengan la
capacidad para comprenderlo.
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