Quiero agradecer humildemente, como presidente del bloque de concejales del Partido Federal, no sólo las demos-traciones de afecto y solidaridad recibidas por quien habla en estos días especialmente dolorosos, sino también los conceptos vertidos en todos los ámbitos, y en especial en este recinto, sobre la personalidad de nuestro líder partidario. Agradezco especialmente las sentidas manifestaciones del presidente del bloque de la Unión Cívica radical, concejal Calzón Flo-res, como también las emocionadas palabras de la representante de la Unión del Centro Democrático, mi amiga la concejal Dalesio de Viola. Y agradezco también la presencia respetuosa en el recinto de quienes consideraron a Manrique como adversario político cuando éste estaba en vida. Valoro en toda su magnitud la actitud asumida por la bancada de mis amigos
justicialistas.
Para los hombres y mujeres del Partido Federal, la pérdida de Francisco Manrique significa, sin duda, un vacío muy difícil de llenar.
Poco podría agregar a los elogiosos conceptos que se han vertido aquí sobre "Paco" Manrique. Quien como yo se crió políticamente a su lado, admiró siempre a Manrique las virtudes que considero más valiosas en un ser humano: su integridad, su inteli-gencia, su claridad, su honestidad, su capacidad de trabajo y, fundamen-talmente, su entrega. Manrique murió como vivió, dando todo lo que tenía de sí, hasta entregar por su patria lo más valioso que poseía: su propia vida, porque murió trabajando por la Argentina que tanto amaba.
Decía que poco puedo agregar a lo que aquí se ha dicho, fundamentalmente porque -como lo he manifestado en otras oportunidades- la emoción me aflora rápidamente en este tipo de homenajes y reconocimientos, mucho más tratándose de una persona tan querida, tan respetada, como "Paco".
Señor presidente: le pido que me dispense para que, dirigiéndome a quien fuera Presidente de mi partido, a quien fuera nuestro líder partidario, lo haga diciendo: Querido "Paco", una de sus virtudes fue la de conocer a los hombres y mujeres que tenía a su lado. Usted sabe que esta emoción que quiere quebrar mi voz, que estas lágrimas que quieren comenzar a nublar mi miraba, no son signo de debilidad; son el sentimiento de impotencia que nos invade a los federales por haber perdido nuestro punto de referencia, por haber perdi-do la fuente en que nutríamos nues-tras conductas, y especialmente por haber perdido cuando -como aquí se ha dicho- estaba en condiciones de seguir dándole mucho más al país que tanto amaba.
Tenga la seguridad, Querido "Paco", que el día que nos encontremos
definitivamente -porque alguna vez nos volveremos a encontrar- cuando usted nos salude con su tradicional y afectuoso "hola amigos", con
satisfacción le diremos: cumplimos con la honrosa misión de ser federales, hemos contribuido a la consolida-ción del sistema democrático y al engrandecimiento de la Patria. |