Antes de la autonomía, los porteños creíamos que la solución a los
problemas del tránsito, la salud, la educación y la seguridad, llegarían
cuando el Presidente de la Nación dejara de nombrar a dedo a un Intendente
de su mismo partido y fuera el pueblo quien lo eligiera por el voto.
Después de 1996, constitución local mediante, muchos porteños estamos
convencidos que los objetivos de la autonomía no se han alcanzado
completamente y que todavía falta mucho, tal vez lo primordial: contar con
un elenco gobernante que esté a la altura de los desafíos de una mega
ciudad como Buenos Aires.
Después de los tres años de De la Rúa y de los siete de Ibarra-Telerman,
esa sensación de vacío se agiganta. Tanto porque muchos problemas pre
autonomía no han desaparecido,
como por el hecho que luego de conseguida
la misma, sólo se ha usado el poder para aplicar modelos fracasados.
En efecto, los que creyeron que Buenos Aires se gobernaba sólo acomodando
los grandes números del presupuesto
(De La Rua), o por piloto automático (Ibarra), han adolecido del mismo
problema: la falta de visión, de estrategia y de grandeza para plantearse
metas y desafíos acordes con el potencial de nuestra ciudad.
Diez años de progresismo dieron como resultado una ciudad
en la que solo han progresado la cantidad de empleados públicos, las
villas de emergencia, la falta de seguridad, las rejas en las plazas, los
cuidacoches en las calles, los cartoneros y el trabajo infantil, el caos
del tránsito, el agotamiento de la infraestructura de servicios, entre
otros.
Muchos de los problemas consignados fueron generados por anteojeras
ideológicas (el código de convivencia de Zaffaroni - Ibarra es la fuente de
buena parte de ellos), otros, por la inutilidad absoluta en la ejecución
de los recursos públicos, como con la construcción de las líneas de
subterráneos.
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En cualquiera de los dos casos, esos sectores han demostrado haberse
agotado en si mismos. El ejemplo lo tenemos con Jorge Telerman, quien a
pesar de sus buenas intenciones y de practicar otra “estética”, abreva en
las mismas fuentes progresistas que su antecesor, por lo que los
resultados serán los mismos. Por su parte, Filmus responde a una lógica de
acumulación de poder del kirchnerismo que difícilmente lo enfrente con el
gobierno nacional para la consecución de las soluciones atinentes a
seguridad y transporte, por solo citar dos, en donde los intereses del
gobierno nacional colisionan con los de los porteños.
A
once años de la autonomía, a Buenos Aires le ha llegado el momento de
dar un salto de calidad, de buscar su verdadero destino, de la mano de
dirigentes que tienen una visión distinta a las que han imperado en los
últimos 10 años, sobre las causas de nuestra crisis; que tendrán un
abordaje superador en la gestión de la cosa pública porque no están
comprometidos con las prácticas de la vieja política y porque participan
de un esfuerzo conjunto que les brinda la homogeneidad y la coherencia que
los otros no pueden exhibir.
En la fórmula a Jefe y Vicejefe de Gobierno que conforman Mauricio Macri y
Gabriela Michetti, y en su lista de candidatos a legisladores, los
porteños tenemos la oportunidad de cambiar definitivamente el rumbo,
proyectando a nuestra ciudad hacia el futuro de grandeza que nos
merecemos.
Dip.
Martín Borrelli
borrelli@federal.org.ar
Presidente del Partido
Federal
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