La
noticia del despido de aproximadamente diez mil empleados de las fábricas
de aviones AIRBUS dio el puntapi?inicial a una evidente reducción de la
actividad industrial dentro de la congregaci? de naciones que conforma
la unión económica Europea.
Probablemente,
se trate de una p?ima planificaci? inicial del proceso de producción
de aviones europeos emplazado "exclusivamente" para competir con
las fábricas estadounidenses, o el resultado de la Aplicación de
subsidios con el mismo fin que concluyó abruptamente.
Entre
el estado norteamericano y la unión Europea han gastado una obscena
cantidad de dinero para desarrollar las aeronaves de última generación
que hoy vuelan por el mundo con las marcas BOEING y AIRBUS, en ambos casos
se trat?de subsidios estatales encubiertos e ilegales para competir en
la producción de aeronaves que, trampitas contables mediante, puedan
parecer económicamente más viables que las de su contendiente.
No
es la conclusión de la primera batalla comercial que podemos ver y
no será la ?tima, seguramente podremos observar la caída ruidosa de
otros emprendimientos subsidiados, cuando los bur?ratas de turno
adviertan que se está destinando injustamente recursos de un sector de
la economía a otro. Porque de eso es de lo que se trata cuando se entrega
dinero para el desarrollo de una actividad en detrimento de otra.
En
el caso de los subsidios aplicados por los gobiernos de los países más
ricos al desarrollo de aeronaves, los que no las producen o, como en el
caso de nuestro país, con producciones peque?s, esta modalidad de gasto
indiscriminado resulta beneficioso, ya que somos quienes gozamos del
resultado, al volar en aparatos más baratos y con desarrollos superiores
a la tecnolog? aplicada a la estaci? espacial internacional en
construcción; y todo esto sin poner un peso directamente.
Subsidios
domésticos
En
nuestro país somos espectadores alarmados del dinero que aquellos
gastaron en el desarrollo de nuevas tecnolog?s; se trata de miles de
millones.
Dentro
de nuestro país pudimos ver desembolsos excesivos destinados a subsidios
de algunos sectores, pero con resultados distintos. No desarrollamos
tecnolog?s nuevas, sino que, aplicamos las que ya son accesibles
económicamente a todo el mundo y pueden adquirirse por poco dinero; o
destinamos esos recursos directamente al derroche o gasto infecundo.
Existen
proyectos domésticos fabulosos como los "trenes bala", la
prospecci? petrolera en alta mar y muchas otras cuestiones que sólo
significan gasto mientras sean proyectos estatales mostrencos; ya que, en
el caso de los trenes, seguimos usando los antiguos mientras vemos actos
de gobierno celebrando la fundaci? de sociedades que prometen llevarnos
de unas a otras ciudades en minutos. En el caso de la promesa de
exploración total de nuestro mar para extraer petróleo, se resumi?en
un solo buque, que anda por allá en algún lugar del Océano Atlántico
Sur buscando alguna mancha económicamente viable; ya que, el capital
necesario para la prometida prospecci? total con una flota formidable,
eran aquellos miles de millones que le iban a prestar los chinos al
presidente, pero año está esperando.
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Seg?
los datos del año 2006 el subsidio a los empresarios del transporte
super?los 5.000 millones, las empresas de Energía recibieron del erario
poco más de 2.600 y cerca de 2.500 fueron a los bolsillos de los
accionistas de empresas privadas de otros rubros.
Como dijo
Agust? A. Monteverde en un artículo del diario ámbito Financiero donde
plasm?estos datos, "Hasta aqu? ni jota de distribución hacia
abajo?.
Otro tipo de
subsidio es el de los 1.600 millones que por una cuestión solidaria se
aplican a los jubilados que jamás aportaron, pero que igualmente reciben
un beneficio, el que en éste caso no debería aplic?sele el término
"previsional", porque no hubo previsión propia del
beneficiario, sino del resto de la población que actualmente aporta al
sistema previsional, desviando su integraci? a esta modalidad solidaria.
más allá de que la medida sea justa, no deja de ser un subsidio.
A ello habrá
que sumarle los 3.400 millones que se destinaron a los planes sociales sin
contraprestación laboral, que oportunamente llamamos subsidio
al asueto, los que no necesariamente
llegan a quien más los necesita, ya que una buena parte va a parar a los
bolsillos de quien participa en movilizaciones a favor de la gestión de
gobierno. En éste caso la medida ayud?a que el presidente se
vanaglorie por la reducción del desempleo, puesto que quienes reciben
este subsidio no figuran en la parte de la encuesta que los ubica como
desocupados, sino, erróneamente como trabajadores en ejercicio.
Finalmente, la
política de subsidios encuentra su mayor exponente en la exenci?, reducción o preferencia impositiva; esta es otra modalidad utilizada para
quitarle a unos y darle a otros.
Esto se traduce
en que se castiga a los más productivos ya que, quien tributa, es quien
tiene la capacidad de compartir sus utilidades con el Estado; con ello, se
ha llegado a que una peque? porción de aportantes se haga cargo de la
totalidad de la masa impositiva, por lo cual la carga para quienes son
competitivos en nuestro país los coloca en el mismo lugar que los que no
lo son.
As? se desv?
la eficiencia, ya que hay negocios con exenciones o reducciones que no
producen utilidades por más allá de su capacidad natural, pero las
circunstancias hacen que aún así sea negocio, ello en detrimento de los
verdaderos negocios que generan riqueza, pero que son desechados por una cuestión estrictamente impositiva.
Vemos como en
Europa siguen los subsidios agr?olas en detrimento de nuestra economía,
mientras el estado argentino aplica la acción contraria sobre los
productores que sustentan su gobierno.
El cese de
subsidios y el quebranto económico que obligó a AIRBUS a sincerar sus
cuentas implica una medida de sensatez, aunque ello configure una tragedia
para quienes se vieron perjudicados por el resultado. En todo caso, la
Aplicación de subsidios sobre un proceso productivo que no lo mereció,
fue una medida inicial desacertada y produjo esto que hoy trae angustia.
Probablemente,
cuando sinceremos nuestra economía respetando los sectores que producen
riqueza naturalmente; quienes hoy reciben dineros del erario para realizar
actividades que les generan ganancias artificialmente sentir? la
amargura que hoy experimenta cada uno de los diez mil empleados despedidos
de las fábricas de AIRBUS.
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