Si
la Constitución Nacional hubiese previsto la designació de un monarca
en casos excepcionales, este Congreso ya lo habrá coronado y estará
inclinado ante su b?ulo, con tal de preservar intereses que han
demostrado ser irrenunciables.

La
actuación de ambas C?aras el cinco y seis de Enero signific?en los
hechos un moderno golpe de Estado perpetrado en nombre de, y gracias a,
las instituciones democr?icas.
Pues
le proporcion?al PEN el manejo absoluto y discrecional de las
principales variables de la economía que, para peor, no han sido
previamente acotadas en orden a un “modelo” que año antag?ico al
renegado, por lo menos ofrezca consistencia lógica ante los inversores y
acreedores extranjeros, a quienes se pretende conmover con la situación
social, pero que sólo prestar? Aprobación a propuestas sustentables,
como se ha dado ahora en llamar al sentido común en la materia.
En
efecto: mientras se apresuran a devaluar la moneda nacional en relación a
la estadounidense, se consagra el per saltum no tanto para dirimir r?ida y favorablemente estas
cuestiones, de lo cual existe semi
plena prueba con la actual Corte (a la que seguramente se preservar?
hasta que haga el trabajo sucio
necesario) sino para preservar los recursos en manos del Estado mediante
el simple recurso de acordarle efecto suspensivo a la apelaci?, tal como
se sancionó la ley en esos dos días.
Al
mismo tiempo:
*)
Se establece un sistema dual de cambios, ampliamente descalificado por la
experiencia nacional e internacional y la teoría económica mundial, con
un caprichoso término de vigencia, suficiente para alentar las más
negras sospechas sobre la monarqu? de hecho y los cortesanos (muchos de
los cuales no ofrecen antecedentes personales tranquilizadores) que rigen
ahora los destinos del país, del tipo de cambio y de la graciosa concesión
a unos en detrimento de otros del preciado “d?ar oficial”
*) Se pretende fomentar a la producción, mientras se encarecen los despidos
por causas injustificadas al doble de su valor, con las secuelas que todos
conocemos, lo que suma espanto a la imprescindible inversión extranjera
directa, único recurso para intentar crecimiento económico en el futuro
de un país sin Crédito interno ni externo.
*) Se pregona un presupuesto austero, a la par de la creación de un mill?
de “empleos” estatales, término que se utiliza en el idioma mon?quico
para evitar el de subsidios al desempleo, con su inevitable zaga de está ulo
al ocio en lugar del empleo.
*) Se reniega de la “patria
financiera”, mientras se intenta restaurarles
su descosido patrimonio por v? de un impuesto a la Exportación de
hidrocarburos. Por lo que
hemos venido sabiendo, el sentido de estos negocios de riesgo en todo el
mundo no sólo contempla estas turbulencias, sino que lo compensa con
altas ganancias (como lo han sido hasta ahora los spreads
bancarios domésticos) y con las debidas previsiones en sus balances, como
lo ha venido exigiendo el BCRA.
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Todo
indica que hubiera sido más conveniente desde esta perspectiva, la
directa nacionalizaci? del sistema y no el enjuague de sus pérdidas
manteniendo intacto el poder de presi? de los propietarios, que como
bien se conoce, son extranjeros y priorizan a ultranza la defensa de sus
intereses, que, cuando está en juego, defienden violando las leyes y las
disposiciones del ente rector, si les conviene, como lo ilustran las
noticias recientes.
*) Los juglares de Palacio está anunciando controles de precios m?imos y
alentando a los s?ditos a denunciar a los malditos y poco solidarios
oportunistas que los violen, para hacerles caer así el rayo paralizador,
introduciendo un nuevo factor de disgregaci? social caro a la liturgia
de las antiguas Cortes, cual es la delaci?.
En
su libro “4000 años de Controles
de Precios y Salarios: como NO combatir la inflaci?” (edit. Atl?tida,
1987), Schuettinger y Butler relatan y documentan cómo desde la ?oca de
los faraones fracasaron estos intentos. Seguramente algún Duque del
Frepaso o Conde de las Regiones Sindicales estará ya pensando reclutar
una pat?ica Armada Brancaleone para tal fiasco, destinada a engordar los
cofres de alguno de los nobles, recaudando un diezmo a cambio de dejar
funcionar el mercado.
Lo
asombroso de todo esto es que el quejido más fuerte de las cacerolas, el
que apuntaba a la reforma del Estado y la inmediata obturaci? del
despilfarro público ya conocido por la corrupción e ineficiencia en el
PAMI, el ANSES, la UBA, la Biblioteca e Imprenta del Congreso, y otros
muchos que los medios se han encargado de mantener presentes en el
imaginario público, ha quedado ol?picamente ignorado gracias a la
obnubilaci? que producen los movimientos del trono. Que el Sr. Rodolfo
Barra deba retirarse de un lugar público ante los vituperios de la gente,
no ha mejorado a la Auditor? General de la Nación.
Como
si la gente se hubiera manifestado estrruendosamente contra Repsol-YPF, el
precio del peaje o de la telefoNº celular como factores determinantes
del sideral endeudamiento
nacional, la atención ha sido magistralmente orientada a enfocarlos como
chivos expiatorios. Quienes, por
otra parte, contrataron con representantes legítimos cuyos apellidos casi
ni se mencionan, de un Estado de derecho y dentro del funcionamiento de
las Instituciones de la República.
Pronto
los medios hará una persecuci? histórica, segundo a segundo, de la
cotizaci? de dólar paralelo, con su secuela de alza autocumplida, pues
en este mercado el rumor y las expectativas que ellos generan son mucho más
nefastos que en el del riesgo país, o se solazar? en la denuncia de los
encarecedores de cualquier precio en cualquier punto geogr?ico, y se
habrá pasado así nuevamente por alto la oportunidad terap?tica de
achicar el tumor más maligno de los que carcomen al país.
 
Dr. Bernardo P. Carlino
bernardo@carlinopuig.com.ar
Vicepresidente del Partido Federal
Orden Nacional
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