Con gran pesar, se justificaban los españoles en la
guerra contra los moros, repitiéndose: "Y vinieron los
sarracenos y nos molieron a palos... es que Dios ayuda a los malos
cuando son más que los buenos".
Esto
que parece un chiste agrio bajo los valores actuales, era una real
justificación entonces, que le echaría a otro la culpa de la propia
derrota. Lo mismo está ocurriéndole a la sociedad argentina respecto
de su defensa ante el despotismo. Aquí no hay moros ni españoles
peleando por la península,
sino, por un lado, un grupo que ha sido elegido para gobernar y se ha convertido
en una pandilla, y por el otro mucha gente que está mirándolos por televisión
mientras lo único que producen son desgracias.
Representantes y representados
Resulta obvio que no es solo el Poder Ejecutivo el
que ha sido asaltado por una caterva de temerarios, no obstante venir
de allí la orden para despojar a los ciudadanos de sus ahorros; el
voto cómplice de una "montonera de 160 representantes" confirma que la
Cámara de Diputados de la Nación es la síntesis de la sociedad. Por
ello, debe entenderse que a una parte proporcional de la sociedad, poco le importa lo que le ocurra a sus bienes, a
sus costumbres y a su futuro.
Resulta lamentable que, quienes en algún momento
se constituían como críticos de las medidas cuestionables del Poder
Ejecutivo, se han sumado sospechosamente al grupo que propició el
desfalco. El socialismo, históricamente tan respetuoso de la Ley, y
los ex integrantes del ARI, tan fustigadores de las acciones
dudosas, prestaron su voto al Frente para la Victoria y lograron
quedarse con la media sanción del proyecto de sustracción.
Más allá de tomar lo que no le pertenece, esta Ley
no podría considerarse de expropiación, ya que "expropiación" es la
sustitución forzosa de un bien a cambio de dinero, siempre y cuando
su objeto sea
necesariamente de bien público; con esta trama, no hay pago de
fondos por dinero y la promesa es que el producto del despojo no
será utilizado para otra cosa que no sea el sistema de previsión
social; entonces, ¿cuál es el motivo tan importante por el cual el
gobierno está tan interesado en que un organismo "público no
estatal" como la A.N.Se.S. aumente sus arcas a costa del dinero de
los ciudadanos, si no va a disponer para sí del dinero arrebatado?
Dos años es igual a un día
La reforma
previsional decidida en el año 1994
exigió casi dos años de debates y discusiones en el Congreso
Nacional, allí se tuvieron en cuenta factores económicos y
financieros inmediatos y de largo plazo, se estudiaron las más
diversas hipótesis que podrían ir en desmedro del nuevo sistema y se
resolvió por el mixto para que haya más libertad para los
ciudadanos. Así, quien creía en la jubilación estatal podría
mantenerse en el viejo sistema y quien creía en la administración
privada, elegiría por las administradoras. Con este proyecto de
eliminación de lo actuado entonces, el Poder Ejecutivo demuestra que
no le importó nada de todo eso. Es evidente que primó el beneficio
propio inconsulto en el corto plazo contra el rendimiento razonable
para la posteridad.
La votación en la
Cámara de Diputados ha sido una demostración de cómo se puede
destruir un sistema que costó años de análisis y debate, en solo
una sesión de demostración de poder absoluto de un tropel de
diputados arreado por el Poder Ejecutivo.
La notoria
ausencia de los diputados oficialistas en el recinto durante gran
parte de la sesión, puede interpretarse de dos maneras: por la
vergüenza que les provocó acatar fríamente una orden tan
irrespetuosa, o como una irrebatible señal mafiosa; queda en cada
uno atribuirle la sensación correcta. |
Cada vez más lejos del pueblo
Durante la discusión de las retenciones al producto
del campo, parecía que ese era el momento de la historia argentina en que el
gobierno y el pueblo estaban más distanciados, pero no fue así.
Ahora es inmensamente peor, porque luego de haber sometido a elección
directa el destino
de los Fondos de Capitalización Previsional de cada aportante,
mediante la apertura de esa posibilidad por Ley nuevamente y con una
publicidad del gobierno en contra de la capitalización, costosísima
para el erario, el pueblo decidió y
a la pareja gobernante tampoco le importó.
La decisión del pueblo es sagrada. No es posible que ellos
resuelvan o pretendan saber qué es lo mejor
para uno, luego de que este ya decidió. El primero en
delegar el poder en su gobierno es el pueblo, si aquel se expidió
previamente sobre
un tema,
esto dejó de ser materia discutible por alguien más, y menos por el
gobierno; ya que el Poder Ejecutivo y los representantes tienen ese
mandato sólo cuando su jefe, el pueblo, no decidió por sí.
Con esta media sanción estamos cada vez más cerca
de perder la movilidad social que nos diferenciaba de los países más
postergados. Aquello con lo que soñaban los inmigrantes
cuando venían a "Hacer la América", quedará para los libros de
historia sobre los que la mediocridad actual se seguirá lamentando
por la
riqueza dilapidada.
Con la pérdida de tanta libertad en manos del
poder de turno, ya no habrá posibilidad de que un trabajador prospere
por más allá de lo que le dicte su gobierno, menos aún en su vejez.
Dos advertencias y un ruego
Señores del Poder Ejecutivo: Se
metieron donde no debían.
Señores diputados de la Nación:
Decidieron sobre
algo ya resuelto por su dueño.
Señores senadores:
No se equivoquen también
ustedes.
Si prospera este desmán sobre la propiedad privada, no habrá freno
para el nuevo poder supremo del estado nacional sobre los ciudadanos y habrá
ganado nuevamente la tiranía sobre la libertad.
Estaremos nuevamente bajo el Poder de las Bestias.
Gustavo
P. Forgione
gustavo@forgione.com.ar
Director
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