Resulta evidente que el anuncio del
gobierno nacional de incautar los patrimonios de los Fondos de
Jubilaciones y Pensiones constituye un delito grave; tan, o más
grave aún que la incautación de los depósitos bancarios por parte
del gobierno de Duhalde y la patraña intentada con las retenciones
móviles hace unos meses.
¿Por qué un "robo"?
Los Fondos de
Jubilaciones y Pensiones son dineros privados desde inicio; no
existe aporte del estado que los nutra; sólo se forman con los
depósitos de cada uno de los aportantes que componen una masa
indivisa de capital de inversión, donde cada uno de los futuros
jubilados dispone de su cuenta para transferir a otro Fondo o para
resignarlos a favor del estado nacional si quisiera cambiar al
sistema de reparto, según le plazca.
Desde allí, toda
injerencia de las autoridades, que no se refiera al mero control
positivo y auditoría de la administración del Fondo por parte de las AFJP, significa una intrusión inadmisible.
Con la pretensión
actual del gobierno, ya no se trata de una intromisión en las
decisiones, sino, de la sustracción descarada de los dineros
privados con un fin absolutamente ruin, ya que no pueden ser
considerados capitales especulativos con fin de avaricia o usura,
sino que se trata de la previsión de los actuales trabajadores
activos para vivir un futuro con mayor tranquilidad.
Qué le habría dicho Perón a los Kirchner
Por alguna razón
que develará la historia, este gobierno fue
elegido de la mano de los peronistas.
Para ver lo
que pensaba Perón sobre el sistema previsional, sugiero que los peronistas escuchen un discurso de su líder, que
pondrá a prueba la doctrina del más fanático ante el desastre
actual, y los no peronistas, para advertir que
no todo fue irracional.
Normalmente
no cito al ex
presidente, pero lo haré en esta oportunidad
con la indulgencia de mis lectores.
Él dijo, en cadena nacional el 30 de
noviembre de 1973: "No quisimos hacer un sistema previsional
estatal porque estos servi-cios no suelen ser ni eficientes ni
seguros..."; "...hay que dejar al estado, libre de una
obligación que siempre mal cumple..."; posteriormente,
explicó lo ocurrido cuando el estado tomó dinero de las cajas
previsionales: "Acuciado por la necesidad echó mano a
los capitales acumulados por las cajas, para mí eso es
simplemente un robo porque no era plata del estado... es
decir, señores, se las asaltó, ¡fue un asalto!..." (ir
al vínculo).
Luego de analizar
esto, no es difícil saber lo que Perón les diría a los Kirchner ante
este saqueo.
El ahorro dejó de ser una virtud
Naturalmente se
considera al ahorro como una virtud, ya que implica la resignación
actual de lujos para que el trabajo de hoy, convertido en dinero,
pueda ser utilizado en un futuro cuando no tengamos la capacidad de
generarlo o cuando sea imperioso su desembolso.
Si consideramos
las actitudes demostradas desde hace algunos años, para el actual
gobierno, el ahorro representa una concepción distinta a la del
común de los ciudadanos.
Tener dinero está mal
Seguramente, si
nos basamos en la frase de la señora de Kirchner,
dicha a fines de 2006 cuando su
marido presidente tocaba feliz la campana de apertura de Wall Street:
"el problema de nuestro
país son los ricos", claramente a
la presidenta (como le gusta que le digan), le desagrada que el
resto de los argentinos tengamos dinero.
Desde que comenzó
el milenio, es evidente que el objetivo de los sucesivas
administraciones es que el gobierno sea más rico que los ciudadanos
que lo sustentan, algo muy grave si consideramos que debería ser al
revés, en atención a nuestros principios fundacionales y a la
sanidad de una sociedad civilizada.
Esta perversa
concepción se basa en que, si la gente no tiene dinero, el
"todopoderoso" estado nacional solventará sus gastos; en
contraprestación los ciudadanos debemos dar algunas concesiones de
nuestra libertad. Así, a los gobiernos totalitarios no les conviene
que los ciudadanos tengan independencia económica, y con ello
retroalimentan el círculo vicioso.
Pareciera que
este razonamiento se escapó de un escrito medieval, pero no es así,
es Argentina del Siglo XXI, donde las riquezas pretenden ser
manejadas a antojo de la pareja feudal, a la que no le conviene que
los súbditos demuestren libertad económica inicialmente y, bajo
presión, posteriormente deberán someter el resto de las libertades.
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El ideal que proponen los Kirchner se
puede definir como el de un "gobierno de
billetera".
Todavía existen
modelos extremos de este tipo y podemos verlos en Cuba y Venezuela,
por citar los más cercanos geográficamente; también se advierte que
los gobiernos de Bolivia y Ecuador pretenden
seguir sus pasos, pero a estos les es más complejo alcanzarlo.
Tratemos que a
nosotros no nos llegue ese siniestro flagelo.
El destino cierto de los Fondos
Lo único "cierto"
del destino que tendrían los fondos sustraídos es la
"incertidumbre".
La pareja
gobernante ha demostrado lo que hace con los dineros públicos cuando
estos están a su alcance; tal el caso de lo ocurrido en la Provincia
de Santa Cruz con los capitales recibidos por un juicio de esa
provincia al estado nacional por regalías petroleras y por la venta
de las acciones de YPF que le entregó el estado nacional con la
privatización.
Esa suma de
dinero, aproximadamente 1.046 millones de dólares estadounidenses,
fue a parar a una cuenta incierta en algún lugar del mundo lejos de
Argentina; tan lejos que nadie puede decir dónde está el capital, ni
tampoco los intereses. Dicen que reingresaron al país unos 60
millones de dólares, pero sólo eso se sabe.
De ocurrir el
desfalco a la previsión de los ciudadanos, con una simple regla de
tres, de los 30.000 millones, probablemente nos devuelvan 1.720
millones en doce años... sin intereses.
Oportunidad perdida
Los años noventa
han marcado en la historia argentina un cambio en la mentalidad
pública. Si bien, ese cambio comenzó allá por abril de 1985 con la
primera reforma monetaria racional luego de cincuenta años de
descalabros, se llama "los noventa" a toda esta época.
Luego de la
reforma monetaria, y pese a sufrir un par de debacles, los
negocios privados pasaron a tener más importancia que los públicos,
seguidamente la convertibilidad estabilizó la moneda, resurgió la
pesca, logramos el autoabastecimiento de combustibles, se tecnificó
el campo y la industria recuperó protagonismo, logrando el tan
ansiado "sesgo exportador"; todo ello desde la inversión privada.
El sistema
previsional siguió el curso que marcaban las economías más
racionales que la nuestra. Así, en la región, con Chile a la cabeza
en 1981, comenzó la carrera por mejorar estos sistemas aplicando una
cuota de libertad para que, quien quiera que sus ahorros fueran
administrados por un sistema previsional de capitalización, puedan
hacerlo.
Con ello resurgió
el mercado de capitales local que retroalimentaría a la producción,
mejoraría el empleo y el acceso al crédito. Luego de cincuenta años
Argentina volvía a aparecer en mundo como un país con posibilidades
de ser relevante.
Este gobierno no
sabe que ello ocurrió.
Casi todos los logros que estaban ayudando
para que en un futuro volvamos a ser un país serio fueron revertidos
en pocos años.
Resulta lamentable que, en el contexto
mundial actual, hemos perdido la oportunidad de gozar de la
inversión que comenzó hace dos décadas. Tuvimos la infraestructura y
la capacidad de liderar en estas épocas en que nuestra producción se
había apreciado.
Ese período de bonanza mundial terminó; la
nueva crisis diezmó la capacidad del mundo para comprar lo que
producimos, a aquellos precios.
Un ultraje a la libertad
El gobierno intentó saquear al campo y no
lo logró del todo; la mayoría de la industria perdió su capacidad de
generar riquezas como lo hizo hasta hace un par de años; si la
recaudación impositiva aumenta en términos nominales, será por la
depreciación de la moneda y no por crecimiento; solo quedan los
ciudadanos con sus ahorros previsionales acumulados desde 1994 y
ello configura mucho dinero para este gobierno, pese a que no es de
él.
La usurpación de los Fondos de
Jubilaciones y Pensiones es el robo más violento que puede hacerse a
una persona, porque configura una reserva privada.
Más grave que la rapiña pecuniaria urdida
con este proyecto, es la "malversación" de la libertad, por el solo
hecho de satisfacer el despilfarro de un gobierno de malas
costumbres e ideas vetustas.
Para los más optimistas, nos queda la
esperanza de que el gobierno ponga marcha atrás voluntariamente o
exhortado por la petición de los ciudadanos que aún conservamos una
cuota de dignidad popular.
Gustavo
P. Forgione
gustavo@forgione.com.ar
Presidente
del Partido Federal
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