Pese a que la experiencia nos enseña lo que no se
debe hacer, crisis globales como la que estamos viviendo no tiene
precedentes en su volumen, pero si en sus causas.
Probablemente no exista persona que pueda relatar verbalmente la
crisis de 1929 en Estados Unidos y el dramático efecto en gran parte
del mundo en 1930. Sólo podemos leer lo ocurrido entonces en
diversos libros y papeles históricos.
La magnitud de lo que ya podemos llamar "Crisis de
2008" es tal, que aquella, recordada por casi ochenta años, pasará al
olvido.
En la álgida época de la inmediatez que nos toca
vivir, las comunicaciones instantáneas, el conocimiento total y
libre que tienen quienes quieren obtenerlo, la interconexión
informática y material de los mercados de productos, servicios y
derivados de cualquier parte del mundo, lograron generar una
globalización que acerca aún más las crisis financieras de los
mercados centrales.
Probablemente se le eche la culpa inmediata a las
hipotecas sub prime, otorgadas a quien, fácilmente, no
soportaría un alza en las tasas de interés.
Ahondando un poco más, se le puede atribuir esa culpa
a las periódicas corridas bancarias provocadas por los ataque
terroristas en 2001 a Estados Unidos. Si hacemos un poco más de
historia, recordaremos algunas crisis importantes, particularmente
la de México, seguida por Brasil, Rusia, los países del Sudeste
Asiático y Argentina.
Ante cada una de ellas, y de las anteriores, el mundo
económico
esperaba la reacción de la Reserva Federal de los Estados Unidos
para que a piacere suba o baje las tasas de interés, y
entonces, según la conveniencia, se acomodaban algunas variables que
mitigaban la situación.
Probablemente resulte difícil imaginarse al dólar
estadounidense como "papel pintado" pero eso mismo es en lo que se
ha convertido, al realizar emisiones enormes de papel moneda,
otorgar créditos a tasas reales negativas y ante el sobregiro de
divisas fuera de su jurisdicción con la convicción de que nunca
volverían a circular dentro de su país.
El fin
del señoreaje
Desde que comenzó a circular el "euro", muchos de los
que atesoran sus ahorros en divisas
se pasaron del mítico dólar estadounidense
a esta nueva denominación, creyendo que Europa sería
más conservadora en el manejo de su moneda.
Con
este lanzamiento se perpetuó la carrera de los
estados contra el alza de la tasa de interés; se pretendía mantener
cautivos a los incautos para que retengan en sus bolsillos la mayor
cantidad de papel. Con semejante emisión rápidamente circulando el
sistema bancario quedó exigido al máximo, la industria y el comercio
resultaron endeudados casi gratuitamente y las compras "de aire" y los
apalancamientos pasaron a ser una costumbre corriente entre los
inversores.
Ante tal situación, solo faltaba que alguien
estornude en Wall Street, para que ante el más mínimo susto comience
una pequeña corrida que generaría pánico.
Obviamente los sistemas financieros de Estados Unidos
y Europa eran "lo suficientemente fuertes como para soportar una
corrida", pero eso solo era un gingle. Ningún sistema bancario
soporta una corrida, cuando esta tiene fundamentos serios; y serio
será el resultado.
Llamamos señoreaje a la capacidad de emisión
de moneda o valores por parte de un estado soberano; como recuerdo
histórico de la acuñación de moneda de oro por parte del "Señor",
quien no nos defraudaría con la aleación utilizada para cada pieza.
Resulta que en algún momento el "señor" dejó de demostrar la
seriedad que merecía su investidura y la moneda de oro pasó a valer
menos que su peso.
En esta oportunidad ocurrió lo mismo; recordemos que
desde hace un tiempo comenzamos a ver como aumentaban los precios
del petróleo, de los granos, de los edificios de departamento,
etc... posteriormente ya no era solo determinada cosa, sino los
commodities; luego, las propiedades en general y, finalmente,
todo, más allá de lo que estacionalmente o por escasez se
haya incrementado más o menos que los otros precios. Lo que ocurrió, en definitiva, es que bajó el valor de las
monedas.
Lo lamentable de esta cuestión es que los estados han
intervenido de una manera tan desfachatada que arreglaron
excesivamente el precio del dinero; este es la tasa de interés.
Bastante nefastos son los subsidios a determinado
sector, pero hacerlo con el precio del dinero es deplorable, no para
quien recibe el crédito a tasa negativa real, sino para el resto del
sistema, que lo sufrirá de algún modo.
Ahora se ven los resultados de esta práctica
estatista ejercida por quienes oportunamente fueron bastiones de la
economía sana; una debacle de proporciones indescriptibles.
Al fin, la solución encontrada por los estados
generadores de papel fue: más emisión de papel.
Sobre esta modalidad, en Argentina podemos dar
cátedra acerca de los resultados en el mediano plazo.
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La
crisis para el G7
Al momento de escribir estas líneas, el petróleo
cotizaba cerca de 80 dólares, la depreciación del sector bancario
europeo era de 200 mil millones de euros, cuyos gobiernos prometen
inyectar en promedio aproximadamente 40 mil millones de euros cada
uno a sus sistemas bancarios, para evitar la cesación de pagos de
sus entidades.
El presidente George Bush (hijo) salió a calmar al
mercado financiero, advirtiendo que "el sistema es muy robusto y
puede paliar esta difícil situación", también advirtió que
"sancionará a quien no transmita la verdad de lo que ocurre en
materia económica", todo esto en el marco de una forzada emisión
de salvataje de 700 mil millones de dólares que se está discutiendo
en el Capitolio de su país.
Sin ánimo de ser irreverente ante la tragedia,
pareciera que las frases del discurso de hoy se hayan escapado de un
libro de García Márquez y que se trata del alcalde de algún villorio
centroamericano. Pero no, se trata del presidente más limitado que
ha tenido el gran país del norte.
No es un aliciente el hecho de que el mes que viene
haya elecciones, ya que el candidato Obama indicó que "hay que
olvidarse de las ideologías", dejando ver que hará cualquier cosa y
bajo cualquier razón. El candidato Mc Cain fue más allá y dijo: "voy
a poner control a los precios de los combustibles y de los
alimentos"... "voy a acabar con estos abusos", al mejor estilo
Guillermo Moreno... ¡Inconcebible!
El
resto del mundo
Resulta evidente que la recesión que se experimentaba
hasta ahora en Estados Unidos y algunos países de Europa, se ha
convertido en depresión, inicialmente habrá una drástica reducción
de la producción, aumentarán el desempleo y la pobreza; habrá
penurias en los países centrales, los capitales que sobrevivan
quedarán congelados en pánico hasta que comience a revertirse
psicológicamente la situación, lo que dará inicio al fin de la
depresión y con ello un nuevo crecimiento.
Este es el circuito clásico de lo que ocurre luego de
una crisis y no necesariamente tiene que fallar ahora.
Por añadidura, quienes les exportaban lo harán en
menor medida y sufrirán las mismas consecuencias, el caso de China
será tremendo, ya que es el principal exportador a Estados Unidos y
los excesivos volúmenes de intercambio se reducirán aplastantemente.
Más cerca, Brasil y Chile observarán la misma reducción en sus
exportaciones, y si bien, Chile depende principalmente de sus
exportaciones a Estados Unidos, han encaminado durante largo tiempo una conducta ortodoxa
que aliviará el efecto inmediato.
Lo que
nos espera
El grosero adagio "mal de muchos, consuelo de tontos"
se aplica perfectamente a nuestra situación, no por cobijarnos en la
hecatombe como uno más, sino porque sufriremos un poco más tarde el
efecto de esta crisis como nunca ocurrió antes.
Paradójicamente, el ostracismo respecto del mundo, al
que nos ha acostumbrado la pareja gobernante, nos ha aislado
directamente de quienes hoy sufren en primer plano. Con Estados
Unidos perdimos la mayoría de los mercados de exportación, por lo
cual, no se notará la falta de ventas porque no las hay. Algo
parecido ocurre con las exportaciones tradicionales, como las de
carne a Europa: casi no existen.
El mercado de capitales local ha fugado
anticipadamente la liquidez de la que gozaba hace una década, a
otros, ahora desdichados.
No obstante la falta de vínculos directos con esta
gran crisis, el panorama es desalentador, porque, pese al empeño en
contrario, seguimos formando parte del mundo y seguiremos en
default mientras no paguemos, sin interesar si el resto lo hace.
La retracción de los precios de nuestro principal
ingreso de exportaciones, la soja, seguirá su curso y el efecto
retardado será cuando nuestros compradores, como China, se vean
obligados a cuidar sus balanzas comerciales.
Respecto de las inversiones, a los precios actuales
del petróleo, no se justificarán nuevas exploraciones y si sigue
bajando, tampoco habrá explotación rentable, hasta que se recupere
el precio.
Por último habrá un efecto de ósmosis regional si los
vecinos experimentan una recesión sostenida o la tan temida
depresión.
Optimismo
Si bien el panorama es extremadamente lamentable,
históricamente, el período de los ciclos entre crisis han sido cada
vez más cortos y los plazos de recuperación también; por ello, cabe
la posibilidad de que, como es todo el mundo en conjunto el que
sufre, la recuperación será también simultánea, y si se cumple
la regla de los menores plazos, el sufrimiento será por menos tiempo
que en las crisis anteriores.
Asimismo, al haberse convertido en una crisis global,
es previsible que no haya pícaros indemnes que se aprovechen de
otros.
Incógnita
Es lógico que una emisión desmedida debilite una
moneda, más aún si esa emisión es forzada por una situación de
crisis. Bajo estos principios, resulta extraño que el precio del
dólar esté aumentando en pesos.
Gustavo
P. Forgione
gustavo@forgione.com.ar
Presidente
del Partido Federal
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