Desde que se desató la crisis entre el gobierno
nacional y el sector agropecuario la discusión tomó más importancia en
lo referido a las retenciones móviles que sobre las prohibiciones y
otras medidas restrictivas.
Unos,
indicaban que se hacía necesario recaudar de cualquier modo para
satisfacer el déficit primario del gobierno; otros advirtieron que las
retenciones móviles son inconstitucionales porque fueron dictadas
desde el Poder Ejecutivo, cuando deberían haberse tratado en el
Congreso Nacional ya que son impuestos; finalmente, la racionalidad
señala que no se pueden cambiar las reglas a mitad del juego.
Cuando
se proyecta un emprendimiento productivo se tienen en cuenta variables
imprevistas que, dentro del cálculo final, pueden otorgar algún
beneficio o perjuicio extraordinario que alterarán el resultado
proyectado. Esas mismas variables están contempladas en los
emprendimientos de todo tipo.
En momentos normales, las
variaciones descriptas afectan solo a las inversiones de riesgo, de lo
que surge tal definición.
En otros, como lo
es recientemente desde fines del año 2001, todos los tipos de
inversión, sean pactadas y cerradas, con renta fija y hasta con
cláusulas estrictas mediante escritura pública, son consideradas de
riesgo, ya que no existe la seguridad jurídica que le otorgue
credibilidad a los contratos.
Así, nuestro país deja de
proveer gas a un país vecino, impide el tránsito al otro, incumple con
los embarques de carne y destruye mercados conquistados por siglos.
Es de buena gente hacer
valer y cumplir con la palabra empeñada. Hoy, no somos "buena gente".
Las reglas del juego
Así como la trágica corrida del año 2001
culminó con el resultado más disparatado, la situación actual no
escapa a aquella tónica de irracionalidad.
Entonces, el país se encontraba ante un sistema
financiero robusto, con la capacidad de pago dañada pero factible y la
sensación política pasaba por su peor momento; en la actualidad, el sistema
financiero está al borde de la inutilidad pública, nos encontramos en default
respecto del crédito externo
y la sensación política es similar
a la de hace siete años.
El cambio de reglas, por
parte del gobierno, los días previos a la cosecha de soja, es una medida similar a la de la cesación de pagos de
Rodríguez Saá, a la de la inconversión, devaluación, pesificación e
incautación de depósitos de Duhalde y a todas las desprolijidades que
afirmaron nuestra categoría de incumplidores en todas las materias
desde que comenzó el milenio.
No es fácil encontrar un
resultado efectivo en el corto plazo pero resulta imperioso
intentarlo. La tozudez demostrada por el equipo de gobierno que
conduce a nuestra flamante presidenta nos obliga a presentar
soluciones que nos devuelvan la legitimidad como país que, en algún
momento, tuvimos. |
Cabe
afrontar la responsabilidad de advertirle al gobierno que él y solo él
produce el gasto y que los privados son los que generan las riquezas; que su
función es la de administrar esos recursos en forma justa y austera en
beneficio del país, algo que no ha demostrado siquiera conocer de este
modo.
El país crece a pesar del gobierno
Desde
la última gran crisis política generada por el abandono de la llamada
ALIANZA al gobierno de De la Rua, nuestro país se ha recuperado
parcialmente a pesar de todo lo hecho por los sucesivos gobiernos en
contrario. Resulta raro presentar la recuperación de este modo, pero
es la manera más justa.
Todos
los intentos de acercamiento de inversiones extranjeras impulsados por
el gobierno, cuyo caso emblemático fue la avalancha de "fabulosas"
inversiones chinas que periodísticamente prometían varios dígitos más
que en su presentación, las que jamás se han visto reflejadas en la
realidad; los costosos viajes para ganar nuevos mercados que fueron
luego arrasados por las periódicas trabas como la "falsa aftosa", la
prohibición de exportaciones tradicionales y la escasez energética por
falta de inversión, la promesa de una inversión desmedida en un "tren
bala" que de mucho puede servir en Europa y Japón pero que aquí sería
absolutamente inútil; son algunos de los ejemplos de fracasos de la
gestión de gobierno.
Un
exitoso fracaso
Todas
estas calamidades, confrontadas con los números fríos que indican
recuperaciones parciales en algunos sectores de la economía, confirman
que el país va por un lado y el gobierno por otro; uno apuesta al
crecimiento y al desarrollo y el otro al gasto desmedido y a
asegurados fracasos.
Alguien
dijo alguna vez que Dios arregla de noche lo que los argentinos
hacemos de día. Hoy, tendríamos que culpar de ello al gobierno y
sus obsecuentes; no a toda la población.
También,
en el peor de los casos, habría que pensar que lo hecho por éste
gobierno puede no considerarse un fracaso, si lo que realmente intenta
es apostar al fracaso de la economía; si ello fuera así, todas estas
gestiones apuntan al éxito.
Gustavo
P. Forgione
gustavo@forgione.com.ar
Presidente
del Partido Federal
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