El desarrollo regional, la
política de sustitución de importaciones y la exposición de las villas
de emergencia.
En la década de los 70, las
políticas económico-sociales latinoamericanas que tuvieron como
objetivo disminuir la pobreza y el desempleo, al brindar equidad de
oportunidades de desarrollo a las regiones que conformaban los
territorios nacionales, acentuaron la concentración de población en
las áreas metropolitanas derivadas de la expansión del crecimiento
industrial y, por ende, de una oferta concentrada de empleos, a la que
acudieron oleadas de emigrantes rurales provenientes de distintas
áreas del territorio y de los países limítrofes.
La aceleración del crecimiento de
las áreas metropolitanas no contó con la expansión de oferta de
viviendas.
Los nuevos habitantes se dirigen
hacia las tierras fiscales y las ocupan con construcciones precarias;
así se desarrollan en toda Latinoamérica: Las villas de emergencias
(Argentina), las favelas (Brasil) y los pueblos jóvenes (Perú). En la
Argentina se crea la secretaría de Vivienda y desarrollo Urbano,
dependiente del Ministerio de Bienestar Social, se formula la ley
21.851/77, el fondo Nacional de la Vivienda (FONAVI). La política
de vivienda estuvo encarada para solucionar el problema
habitacional a través de la aplicación de estrategias dirigidas a la
erradicación de la población de villas y la recuperación de los
terrenos ocupados.
Se construyeron entonces los
grandes conjuntos Habitacionales que albergan cientos de habitantes,
localizados en terrenos alejados de las áreas centrales y de
los puestos de trabajo, con bajos niveles de accesibilidad y reducidos
medios de transporte. Estas soluciones no dieron los resultados
esperados.
Los problemas estaban
principalmente focalizados en las condiciones de locación de
los conjuntos habitacionales.
Otros aspectos contribuyen a la disfuncionalidad en gran parte de
ellos: los problemas de escala, los megaemprendimientos
habitacionales que materializaban el sueño de la”unidad” habitacional
de Marsella no lograron la cohesión social entre sus habitantes que
provenían de los medios rurales y en los que la migración y la
exclusión fueron principales situaciones emergentes; por otro lado,
los espacios verdes que rodeaban las bloques de vivienda sólo
constituían espacios vacíos sin uso determinado.
El diseño de la arquitectura
en muchos casos fueron verdaderas soluciones de tablero, sin
considerar, por ejemplo, las diferencias de las condiciones climáticas
que se manifestaban en el extenso territorio desde la rigurosidad del
frío patagónico hasta las altas temperaturas en el Noroeste del país;
estas diferencias no tenían el correlato de soluciones de diseño y de
materiales para disminuir sus efectos.
La
falta de mantenimiento a lo largo de la vida de los edificios
transformó “conjuntos habitacionales en villas desarrolladas en
múltiples pisos.”
En
la “primera conferencia del hábitat.”, realizada en Vancouver, se
analizaron críticamente se genera un cambio en las políticas de
vivienda.
En
el ámbito nacional, se analiza la gestión de los planes a través de la
transferencia de fondos a las provincias (Ley 24.130). Se ratifica la
federalización de los recursos del FONAVI, y se crea el “consejo
Nacional de la Vivienda”. A escala municipal, se desarrollan
“políticas alternativas”, que permiten mayor participación de los
habitantes de las villas y las ONG.
La década de los 90 y los efectos de la
globalización económica.
Durante los años de la más aguda crisis económica vivienda en nuestro
país, se manifiestan hechos que inciden en el cambio de las pautas de
ocupación del territorio, especialmente en el área metropolitana de
Buenos Aires. Las inversiones es la construcción de autopistas y la
privatización de los servicios de infraestructura posibilitan la
ocupación del área metropolitana en nuevas direccionalidades en los
históricos ejes de urbanización.
La
inseguridad en la ciudad central; la mejor accesibilidad y la dotación
de infraestructura de servicios que permiten la expansión de la
metrópoli en todas direcciones inciden en las migraciones urbanas
(300.000 habitantes, según el último censo de población, dejan la
Capital Federal).
Se
ocupan 30.000 ha con nuevos desarrollados residenciales privados, en
barrios de campo y chacras. Se construyen shoppings, centros, colegios
privados de prestigio e hipermercados. Empresas líderes emigran al
encontrar terrenos de menor costo y facilidad de acceso.
Al
lado de los ghettos residenciales privados se conforman nuevos
ghettos: “las villas de emergencias”, que aumentan la población de las
ya existentes, y se multiplican los nuevos asentamientos en zonas
inundables. El camino descendentes comienza a recorrerse agudiza la
recesión económica, en la que cada vez más personas integran el grupo
de “sin trabajo y sin techo”. Las sucesivas crisis económicas en el
país producen un brusco decrecimiento de la producción, que llega al
cierre de las actividades económicas y a un ascendente aumento de
desocupados. La protesta social se convierte en el espacio entre la
normalidad y la ruptura.
Se
diversifican las organizaciones. Nuevos personajes integran el paisaje
urbano: los piqueteros, “caras cubiertas y corte de calles” para
encontrar respuesta a sus requerimientos y falta de empleo.
Los “cartoneros”, familias que conviven y viven de la basura de la
ciudad, la falta de trabajo y las situaciones sociales no resultan las
áreas ocupadas por villas y los homeless que habitan en el pórtico de
las iglesias y los bancos de la plaza.
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La radicación de villas
En
la actualidad, se han cambiado los principales ejes del accionar de la
política habitacional.
Por un lado, la estrategia principal mantenida durante varias décadas:
la erradicación de las villas y el consecuente desarraigo de la
población, ha dado lugar a la política de radicación de villas
que se ha aplicado a la integración de la villa con la ciudad.
Del verticalismo en el accionar encargado jerárquicamente por las
distintas responsabilidades: Gobierno, por el funcionario
y el profesional, se ha pasado a la acción consensuada, al
diálogo donde se explicitan los requerimientos y necesidades de los
habitantes de las villas y la interpretación de estas de estas
demandas por los técnicos.
De
los grandes conjuntos habitacionales en altura, megaemprendimientos
globalizados, la solución se encara hoy en sectores de las
villas y éstos se ejecutan según etapas. El intrincado tejido de la
villa, conformado por casillas adosadas caóticamente entre sí, dentro
de espacio urbano diferente, separado del resto de la ciudad y con
acceso (sólo conocidos y utilizados por sus habitantes) ha sido
rediseñado. Se ha logrado mensurar y adjudicar los lotes a sus
habitantes reunidos en cooperativas.*
Se han abierto calles y avenidas de
vinculación con la ciudad, subdividido las tierras en fracciones y
éstas en lotes, donde cada casa tiene su número y su propietario.
A través del apoyo
crediticio del BID, cuentan con redes de distribución de aguas y
cloacas, gas, electricidad, desagües pluviales, alumbrado público,
pavimentación de calles y veredas, y arbolado. Las villas dejan su
condición de “ghetto marginal” para integrarse con el resto de la
ciudad, un barrio más.
El
habitante desplazado y marginado se incorpora como un ciudadano nuevo.
En
la escuela, sus hijos ya no son conocidos por ser pertenecientes a la
villa número xxx, se los identifica por su apellido, calle y número de
su vivienda. Esta última está diseñada por ellos mismos, con
asesoramiento de la Comisión de Vivienda, y la vivienda les
pertenece. Esto facilita la sociabilidad que necesitan tener con
el resto de la ciudad, hasta ahora competitiva y excluyente.
La ciudad y las villas
Aparentemente, no todas las villas podrían ser radicadas en el mismo
lugar donde se encuentran.
¿Es necesario que las villas que en su
inicio ocupaban una determinada localización y eran dominadas por el
lugar de su emplazamiento, y que se extendieron casi indefinidamente
ocupando cada vez mayor número de hectáreas en varios kilómetros de
longitud, se radiquen en el mismo lugar?
En
este caso, es posible que la radicación produzca situaciones
desfavorables para el desarrollo armónico de la ciudad, que podría
quebrar su estructura o perturbar tejidos urbanos de diseños
clasificados y áreas patrimonio de la ciudad.
Las extensas radicaciones no deberían desorganizar el adecuado
funcionamiento de zonas de actividades múltiples y uso dominante,
tales como áreas culturales, residenciales complejos deportivos,
complejos educativos de diferente nivel, áreas centrales de la ciudad
y otras.
Dialécticamente, la radicación de villas es eficiente en aquellas
áreas dotadas de buena accesibilidad, ubicadas en zonas no inundables,
en lugares alejados del efecto de actividades tóxicas y peligrosas, y
en general, próximas a fuentes de trabajo y a zonas de vivienda.
Notas:
*Ordenanza Nº 39.753/84: Pautas programáticas para el programa de
radicación de villas. En 1987 se ponen en marcha el plan piloto de
Recuperación Renovación e Integración de la villa 6.
La
ordenanza Nº 49.873 dispone la apertura de calles conforme a las tazas
diseñadas y se establecen las normativas urbanísticas y la modalidad
de la operatoria de venta.
Se
formula el Plan de Urbanización de Villas y Barrios Cadenciados
Implementado por el GCBA a través de la CMV. |
Arq.
Maria Elsa Jorcino Aguilar
Arquitecta
urbanista
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