Hace
poco más de tres años, cuando las campañas mediáticas sometían
sistemáticamente cada quince días nuestra atención a los caprichos del entonces flamante equipo de
gobierno, el ministro Carlos Tomada prometió que "los funcionarios
del área se tomarán todo el tiempo necesario para decidir el futuro del
sistema previsional". Seguidamente estimó que los estudios para la
anunciada reforma concluirían en Marzo de 2004.
Evidentemente
se han tomado un poco más de tiempo que el previsto oportunamente para,
recién ahora, enviar al Congreso el proyecto que implica la
profundamente pensada reforma, como
publicamos el 7 de Noviembre de 2003 en el número 72 de La Hoja Federal.
En
esa época la publicidad oficial,
acompañada por los principales medios
de difusión, advertían que los
Fondos
de Jubilaciones y Pensiones se
reducirían
en un 75 por ciento, resultando
ello de la capacidad de cumplimiento
del Estado Argentino sobre los bonos vencidos y que éste se negó
a pagar.
Aquel resultado se
obtenía de una torpe operación
aritmética que, en el mejor de los casos, respondió a la ingenuidad de los
periodistas que desconocían la mecánica de la administración de los fondos
y la composición de sus carteras y sólo se remitieron a refrendar los
presagios oficiales de conveniencia.
En
el peor de los casos, y probablemente haya sido así, respondió a una de
las tantas campañas panfletarias a las que se sumaron muchos diarios de
entonces; desde el pasquín más desinformador, hasta algunos
matutinos serios, y otros medios que se sintieron obligados a hacer algún
comentario favorable a la corriente imperante.
Por
estos días, observamos nuevamente un caso parecido. Resulta que seremos
bombardeados por noticias que nos indicarán que las AFJP van a quebrar
cuando tengan que pagar las jubilaciones; que los fondos hacen malas
inversiones y perderán nuevamente los ahorros de los futuros jubilados, y que
la opción privada es un sistema caro, entre muchos de los tantos
jingles que puedan ocurrírseles a los ministros de propaganda de
Kirchner.
El proyecto prevé la posibilidad de traspaso por 180 días y cada cinco
años, de un esquema del sistema al otro; algo que resulta muy positivo en
honor a la libre elección de los ciudadanos.
El Sistema
Los dos esquemas del Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones no
radican solamente en que los dineros de los futuros jubilados son
administrados por el Estado en el sistema de reparto y, por las AFJP, los
fondos del sistema de capitalización.
La diferencia es bastante más sustancial. En el sistema privado, las
administradoras acumulan el dinero de cada uno de los futuros jubilados en
una cuenta única de cada uno, que pasa a engrosar un fondo común, cuya
porción se compone de cuotas parte de los aportantes, ahorrando para el
futuro, dando un promedio de rentabilidad anual desde que se inició el
sistema, del 15,7% y en 2006 un promedio del 25,19%.
En cambio, en el sistema de reparto los montos ingresados son "repartidos
solidariamente" por los aportantes activos, entre los actuales
beneficiarios de jubilación, a prorrata de los haberes percibidos por cada
uno de ellos cuando fueron activos. En muchos casos, para que éste cálculo
sea justo, hay que recurrir a una contienda judicial engorrosa o
resignarse a percibir lo que el Administrador Nacional decida.
|
No obstante estas distinciones, el sistema privado es un híbrido, ya que
parte de los aportes que hacen los privados también pasan
a engrosar el
presupuesto de la ANSeS, que luego devolverá una fracción mediante la
Prestación Básica Universal, que tiene un tope actual de 250 pesos.
El Negocio
El destino de los dineros administrados también es disímil y el resultado,
opuesto. Por un lado, principalmente, los fondos privados pasan a
financiar la producción mediante la inversión en acciones de sociedades
cotizantes y proyectos productivos, esa porción ayuda a generar producción
y trabajo, agiliza el comercio y reduce las tasas de interés del sistema
financiero por la descompresión producida por el dinero fresco que las
empresas toman del mercado de capitales. También invierten en bonos del
estado y otros activos.
La trayectoria de los dineros recibidos por el Estado son "repartidos"
entre los jubilados actuales, pero gran parte de ese caudal, sobra.
Recordemos que con parte de los dineros de la ANSeS se pagó la totalidad
de la deuda pública con el Fondo Monetario Internacional, que se compró
combustible para paliar una crisis energética generada, que se financió la
acumulación de reservas del Banco Central y, en un año como el corriente
no sería difícil pensar que los dineros considerados
"sobrantes" podrán utilizarse
como capital político.
El sistema de "reparto" no reparte todo lo que
debería, el "manejo discrecional" de esos fondos lo
comprueba, el Boletín Oficial, deja plasmados los
desvíos de recursos mediante la publicación de las normas que,
desde
la Jefatura de Gabinete, desde el Ministerio de Planificación Federal,
Inversión Pública y Servicios o desde la misma Presidencia, indican que lo
que el Presupuesto Nacional legó a determinado rubro, irá a otro bajo el
mote de "bien común", "interés público" u otro cualquiera que suene
razonable, aunque en la realidad sea injusto.
Si llegase a ocurrir el traspaso entre sistemas, previsto por el gobierno,
desde el sistema de capitalización al sistema de reparto, en el corto
plazo habrá un formidable "sobrante" de recursos del sistema previsional
estatal, pero será una calamidad insostenible en el largo plazo.
Esto debería recordarnos una frase volcada por Álvaro Vargas Llosa en su
libro "El Perfecto Idiota Latinoamericano", donde el presidente de un país
latinoamericano a principios de los años 50, enojado con los economistas
que le advertían que en el largo plazo las cajas de jubilaciones tendrían
problemas, sólo atinó a decir que no le importaba lo que pase entonces...
y concluyó: "Eso será problema de los que vengan dentro de cincuenta
años".
Gustavo P.
Forgione
gustavo@forgione.com.ar
Vicepresidente II - Partido Federal
Capital Federal |