Y finalmente le toc?
el turno a lechuga como responsable del proceso inflacionario. El
secretario Moreno ha decidido establecer una serie de precios
indicativos para las frutas y verduras. Un tiempo atr? fue la carne,
luego la indumentaria, despu? los alquileres, el trigo, el gasoil,
los l?teos y, seguramente, en los pr?imos d?s le llegar?el momento
al ma?. Recuerdo que un productor ganadero amigo me dijo, cuando el
tema de la carne estaba en plena efervescencia, que no hab? que
contestarle al Gobierno, sino que hab? que esperar a que se la
agarraran con otro sector.
A esta altura del
partido, el Gobierno deber? preguntarse seriamente si su pol?ica
econ?ica es la correcta, porque si todas las semanas tiene un
problema distinto con el precio de un producto diferente, la soluci?
tienen que empezar a buscarla por otro lado.
Lo
concreto es que el precio de la lechuga ha pasado a ser una cuesti?
de Estado y los funcionarios p?licos est? abocados a tratar de
evitar lo inevitable: que los precios sigan reflejando la cruda
realidad inflacionaria. Este modelo econ?ico, por definici?,
necesita de dosis crecientes de inflaci?. Mientras las autoridades no
reconozcan este problema de base, el secretario Moreno continuar?
cobrando un sueldo para hacer algo que es absolutamente in?il: tratar
de evitar la desvalorizaci? del peso poniendo precios m?imos. Moreno
trabaja sobre los efectos y no sobre las causas.
Justamente, esta
pol?ica de permanente intervenci? en los precios se contradice con
los dichos de Felisa Miceli de unos d?s atr?. Afirm?la ministra:
?Como suele decir el presidente N?tor Kirchner, los funcionarios
somos transitorios, es el sector privado el que tiene permanencia. Por
eso tienen que ser ustedes los que defiendan este modelo productivo de
d?ar alto, competitividad, creaci? de empleo e inclusi? social?.
Uno no puede dejar de estar de acuerdo con la afirmaci? de Miceli de
que los funcionarios son transitorios. Tan transitorios que basta con
repasar la historia pol?ica reciente de la Argentina para darse
cuenta de cu? ef?eros pueden llegar a ser los funcionarios p?licos,
transitoriedad que deber? constituir un serio llamado de advertencia
a los abusos de poder, prepotencia y aires de venganza.
Tambi? es toda una
definici? la de Miceli cuando sostiene que los empresarios tienen que
defender este modelo productivo de d?ar alto y competitividad. En
rigor, esta afirmaci? es una contradicci? de t?minos. Justamente,
el Gobierno pone el d?ar alto para, entre otras cosas, disimular,
detr? de un muro cambiario, la falta de competitividad de amplios
sectores de la econom? argentina. No se es m? competitivo porque los
salarios en d?ares son deliberadamente bajos. Se es m? competitivo
porque: a) el Estado no entorpece el funcionamiento de la econom? con
regulaciones absurdas, gastos innecesarios y sistemas impositivos
confiscatorios y b) en un contexto de libre competencia, el empresario
asigna los recursos productivos de tal manera de ofrecer en el mercado
la mejor combinaci? posible de precio y calidad. Pero, insisto, tener
un d?ar alto para no competir no significa que la econom? sea
competitiva. S?o se disimulan por un tiempo las ineficiencias. |
Por otro lado, es
obvio que el empresariado va a defender un modelo de estas
caracter?ticas, si en realidad casi todos pensamos en el corto plazo
y en el largo se ver?qu?se hace. La mayor? de los dirigentes
pol?icos se lanzan a ganar las elecciones sin tener la menor idea de
qu?es lo que van a hacer una vez que lleguen al poder. Para muchos de
los pol?icos, las pol?icas p?licas de largo plazo no son un tema,
s?o es relevante lo inmediato. Ahora bien, si la dirigencia pol?ica
establece estas reglas de juego de corto plazo, la pregunta es: ?por
qu?los empresarios no van a adaptarse a esas reglas y tratar de
maximizar sus utilidades en el corto plazo? Los empresarios, los
dirigentes sindicales, cada uno de nosotros vive el d? a d? y no
formula grandes proyecciones de largo porque sabe de los violentos
cambios en las reglas de juego que imperan en el pa?. De manera que
todos actuamos en base a las reglas imperantes tratando de sobrevivir
en esta jungla de saqueos.
Lo que en definitiva
est?pidiendo la ministra es que se apoye este modelo de conflicto
social por el cual los ingresos de cada uno dependen de la capacidad
de presi? o lobby para obtener una porci? mayor de la renta
nacional. Aqu?no existe ning? modelo productivo, lo que tenemos es
un modelo de extorsi? para apropiarse del ingreso de los otros. La
misma caja que maneja el Gobierno y que se desvive por mantener
confirma mi visi? de saqueo generalizado. ?Para qu?sirve esa famosa
caja? Para comprar voluntades y tratar de tranquilizar a los sectores
m? exaltados (como Hugo Moyano o Luis D?El?, por ejemplo).
Ahora bien, ?de d?de
salen los recursos para financiar esa caja? De la existencia de una
pol?ica impositiva salvaje. Por lo tanto, es el mismo Gobierno el que
est?enviando claramente las se?les de cu?es son las reglas de
juego. Invertir y ser eficiente no es negocio bajo este modelo. ?Para
qu?hacerlo si tengo un d?ar alto que me cubre de la competencia
internacional? Aqu?hay que trabajar para estar cerca de los
funcionarios p?licos y lograr su apoyo. Finalmente, son ellos los que
deciden si usted puede exportar o no sus productos. Si puede subir el
precio. Si los costos que tiene son los ?correctos? seg? el criterio
del funcionario de turno. ?Por qu?invertir y ser competitivo si
despu? viene un funcionario y me dice que tengo que bajar los precios
porque estoy ganando ?mucho? o me hace responsable de un proceso
inflacionario que el mismo Estado est?fogoneando?
En definitiva, Felisa
Miceli le propone al sector privado que defienda un modelo de saqueo.
De lucha por la distribuci? del ingreso. De todos contra todos. Y la
gente tal vez no lo defienda, sino que se adapte a ?, sabiendo que,
bajo estas reglas de juego, hay que tener pocos escr?ulos para poder
sobrevivir.
Lic. Roberto Cahanosky
Licenciado en Econom?.
Consultor econ?ico.
Autor del libro "Econom? para todos".
Columnista de temas econ?icos.
Profesor titular de ESEADE y CEYCE.
Presidente del Centro de Estudios Econ?icos e Institucionales.
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