Hemos
dicho en reiteradas oportunidades que el sistema financiero argentino se
mantuvo robusto y solvente, incluso luego de las crisis financieras
internacionales más espectaculares a las que se les atribuyeron nombres
de bebidas espirituosas como Tekila, Vodka, Saque y Caipirinha.
En parte, ese favorable estado se debi?a las
obligaciones impuestas a las entidades financieras por el Banco Central
mediante el encaje, dinero fresco que deben mantener los bancos para
satisfacer eventualidades como las graciosamente nombradas, aunque dicha
inmovilidad encareci?el Crédito y ello contribuy?en gran medida al
llamado “costo argentino”.
Si no se hubieran aplicado aquellos altos
encajes, el riesgo bancario hubiera contribuido más año a aumentar dicho
“costo” y hubiera concluido en un seguro colapso del sistema
financiero ante la más m?ima necesidad de liquidez del público.
Claro que hay otro
“costo” y es el gasto público que incide directamente en el “costo
del dinero”, ya que para saldar su déficit, el estado se nutre
torpemente de los capitales que debieran ser canalizados a la inversión,
y daño severamente la posibilidad de que los privados produzcan a niveles
económicos razonables.
C?culo
Vicioso
Ante el esquema económico seguido por décadas,
que consisti?en crecimiento sustentado por endeudamiento, el
escenario reciente nos muestra una sociedad acreedora del estado nacional
a través de los bancos. Esto significa que, para atender las necesidades
de la población a la que debe la retribuci? de parte de sus impuestos,
el estado se endeud?con el sistema financiero y éste se aliment?de
los ahorros de la sociedad mediante los depósitos bancarios, fondos de
jubilaciones y pensiones y otros productos de ahorro; a su vez los bancos
y los administradores de fondos institucionales suscribieron los bonos y títulos
de deuda emitidos por el estado, resultando en vez de un c?culo
virtuoso, en una vor?ine arrolladora y viciosa.
Esta espiral se vio complicada por un
nuevo “costo”, derivado de la diferencia de precio entre la cotizaci?
de los bonos de largo plazo con la más alta calificaci?
(AAA) y la de nuestros títulos de deuda en las principales plazas
financieras del mundo, lo que se llama “riesgo país”. Estas dos
palabras traslucieron lo que hoy estamos viviendo.
En el caso del estado, la pertenencia a ese
c?culo vicioso es compulsiva, y al excederse éste en el gasto respecto
de sus ingresos ordinarios, tomó capitales del sistema financiero hasta
que éste no le prest?m?.
Torpeza
y más torpeza
Como
solución, el gobierno, urdi?las soluciones más torpes, restringi?
el sistema financiero y devaluóla moneda, a partir de allá
todo lo demás serán problemas. Es obvio que si uno quiere combatir
un problema no puede hacerlo con otro, y si así no lo entendió el
gobierno; debi?entender que lo único sano de la economía argentina era
el sistema financiero y la moneda, pero no lo supieron a
tiempo. Ahora, las metas de largo plazo deberían ser recuperar la
moneda y el sistema financiero para que producir en
Argentina vuelva a ser negocio.
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Tomando
como punto de partida la triste actualidad, ya que el daño es una
realidad y no existe la más m?ima confianza del público en el
dep?ito bancario como institución, y teniendo en cuenta que no hay
medios posibles para cumplir con el retiro de depósitos, ni en un
diez por ciento de su valor, debemos encontrar medidas factibles.
Manos
a la obra
Como solución al desastre creado por el
gobierno debiera saberse que el sistema financiero fue herido de muerte;
que los bancos son intermediarios y los ahorristas, acreedores del
estado. A partir de aqu? si consideramos justo que las deudas
deben pagarse, el fallido estado deberíaemitir un título no
monetario, con fecha de caducidad y generación de interés a su rescate,
que reemplace la porción de malograda deuda que tienen los bancos y los
fondos de jubilaciones y pensiones en sus tesoros, y que deberíaser
entregada a quienes deseen retirar sus depósitos del sistema financiero.
El nuevo título deberíaser de curso forzoso en
la República, pero, por su condici? de limitado en el tiempo no debe ser
considerado moneda, aunque s?deberíacircular como tal, de otro modo será
una nueva carga para quienes confiaron en algún momento en el sistema, ya
que no podrían disponer de parte de su valor.
Luego
de ello serán más fácil la recuperaci? de la moneda argentina
estable, ya que se tendrán n dos instrumentos de pago; el eterno peso y el
caducable título.
Nunca
pensamos que un gobierno podía ser capaz de tal desmás a una institución vital como es el ahorro, pero uno tras otro empe?ron su
esfuerzo en hacerlo y lo han logrado.

Los
ciudadanos ya nos hemos empobrecido manifiestamente por culpa de la torpe
devaluación y eso no tiene remedio, tampoco podremos formar
parte de la comunidad internacional en lo que hace a la disponibilidad de
Crédito debido a que el estado no puede y el gobierno no quiere
pagar sus deudas; pero podemos ponernos en marcha para
intentar recomponer el desastre mediante soluciones más coherentes.
Hace una década presentamos el "Plan
para la Erradicaci? de la Pobreza", entendiendo que el
desempleo serán un problema grave en los '90 pero que podrá
aprovecharse el retorno al Crédito internacional para evitarlo; luego acompañamos las
propuestas que consideramos coherentes para el desarrollo del país; ahora
hemos vuelto atrás varias décadas y nos sentimos obligados a estudiar
otro plan, en este caso un
plan de reconstrucción de las instituciones básicas de
toda sociedad que se precie de tal.

Gustavo
P. Forgione
gustavo@forgione.com.ar
Vicepresidente II
Partido Federal
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